La población mundial continúa creciendo, aunque cada vez a menor ritmo. Surgen las voces de alarma contra la supuesta sobrepoblación y falta de recursos del planeta. Estas advertencias, sin embargo, han fallado estrepitosamente en el pasado. ¿Acertarán ahora?
Este lunes, 31 de octubre de 2011, la población mundial alcanzará los 7.000 millones de personas. Así lo estiman las mediciones del departamento dedicado a estudiar la población de la ONU. En tan sólo 12 años el número de habitantes del planeta ha crecido en 1.000 millones, desde los 6.000. La mitad de esa cifra -3.000 millones- se alcanzó el 22 de abril de 1961, según una aplicación interactiva de The Guardian.
Desde mitad de siglo XX hasta la actualidad, la población del globo se ha multiplicado por casi tres veces. La década de mayor crecimiento poblacional fue la de los 70 -con una tasa de más del 20%-, muy seguida de cerca por los años 60. Pero desde entonces el crecimiento ha sido cada vez menor y en la década del 2000 la tasa fue de aproximadamente el 13,3%. Así, se observa cómo las tasas de crecimiento se van desacelerando de forma notable.
A raíz de este hito, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA en sus siglas en inglés) ha lanzado una potente campaña global mediática, llamada 7 Billion Actions (7.000 millones de acciones), para concienciar a la opinión pública de los retos y oportunidades que supone una población en estos niveles.
La campaña lleva por subtítulo Un movimiento global para toda la humanidad, en línea con la pomposidad y aires de grandeza que suelen caracterizar a las propuestas de la ONU: "Un mundo con 7 mil millones de personas tiene implicaciones para la sostenibilidad, urbanización, acceso a servicios sanitarios y empoderamiento de los jóvenes. Sin embargo, también ofrece una oportunidad para llamar a la acción para renovar el compromiso global por un mundo saludable y sostenible".
Como no podía ser de otro modo, se pone el acento en los problemas de los países pobres. Éstos son los que están experimentando un crecimiento de la población más elevado -en contraste con el envejecimiento y escasa fertilidad del mundo desarrollado-, y los que presentan retos más importantes. En concreto, el director ejecutivo del UNFPA resalta la falta de acceso a la planificación familiar voluntaria de gran número de mujeres en el mundo en vías de desarrollo: "Hay millones de chicas y chicos adolescentes que apenas tienen acceso a educación e información sexual sobre cómo evitar embarazos o protegerse del VIH".
La población urbana supera a la rural
Asociado a este fenómeno está el de la creciente urbanización en estos países. Así, por primera vez en la historia, a partir de 2007 la proporción de la población mundial que vive en ciudades ha superado a la población rural. Este hecho es consecuencia del rápido crecimiento económico que está teniendo lugar en los países en vías de desarrollo, como China e India en Asia, Brasil y otros muchos países de Latinoamérica, e incluso Sudáfrica y distintas regiones africanas.
Según estimaciones realizadas en 2007 por parte del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), en 2030 las poblaciones de las ciudades de África y Asia se habrán duplicado, agregando 1.700 millones de personas, es decir, una cantidad superior a la suma de las poblaciones de China y de los Estados Unidos. La población urbana pasará a representar alrededor del 60% de la población mundial total.
¿Motivo de alarma?
Con estos datos y proyecciones, la pregunta que muchos se hacen es si el planeta podrá resistir esta creciente población. Y las respuestas, como casi siempre, son muy variadas. Por un lado, está el mediático economista Jeffrey Sachs, director del Earth Institute y autor del popular libro El Fin de la Pobreza. En una reciente columna afirmaba que "las consecuencias de un mundo abarrotado con 7 mil millones de personas son enormes. Y a menos que la población mundial se estabilice durante el siglo XXI, las consecuencias para la humanidad podrían ser sombrías".
Inspirado en el economista clásico británico Thomas Malthus (1766-1834), muestra gran pesimismo respecto a la capacidad de proveer a la creciente población de alimentos, ropa, vivienda y energía, en un contexto de deterioro medioambiental donde las consecuencias del cambio climático están siendo, y serán en el futuro próximo, muy perniciosas para el planeta. "La llegada a los 7 mil millones de personas es causa de profunda preocupación global", sostiene.
Para afrontar esta situación, Sachs urge, primero, a adoptar tecnologías y modos de vida más sostenibles, y segundo, a "trabajar más duro para alcanzar una población estable de alrededor de 8.000 millones a mitad de siglo". Pero, ¿es el crecimiento de la población una amenaza para el bienestar material? La respuesta es mucho menos obvia de lo que se desprende de las ideas de Sachs que, grosso modo, forman parte de una tradición de pensadores y movimientos que viene de siglos atrás.
La recurrente falacia de Malthus
Así, a lo largo de la historia han sido numerosas las ocasiones en que se ha alarmado de la catástrofe humanitaria que supondría una población creciente; alarma que solía ir acompañada de la defensa de introducir mecanismos -coactivos o voluntarios- de control de la población.
La voz de alarma más famosa la dio Malthus alrededor de 1800, cuando predijo hambrunas y desastres porque la población crecía mucho más de lo que lo hacían los alimentos. Pero no fue la advertencia más temprana. Como sostiene este artículo de David Osterfeld, uno puede encontrar preocupaciones similares por la sobrepoblación del mundo en los autores clásicos griegos Platón o Aristóteles (siglo IV A.C.) o Confucio (siglo VI A.C.).
Sin embargo, esas catástrofes debidas al problema de sobrepoblación todavía están por ver. Y es que, lo que ocurrió fue, precisamente, lo contrario: la capacidad productiva de las sociedades de mercado modernas ha sobrepasado notablemente el aumento de la población gracias a la mayor productividad y el avance tecnológico.
Las hambrunas del último siglo sucedieron, precisamente, en aquellos países que despreciaban la propiedad privada y adoptaban modelos de producción colectivistas, como China o la Unión Soviética. En estos momentos existen graves problemas de hambre asociados a la pobreza extrema, especialmente en el Cuerno de África, pero éstos difícilmente pueden ser achacados a la falta de recursos y sobrepoblación a nivel global, ya que más bien se deben a la ausencia de una infraestructura física y social adecuada en esos países.
A pesar de ello, las últimas décadas han sido muy fecundas en este tipo de previsiones, debidas a personalidades como el biólogo Paul R. Ehrlich, autor del famoso libro The Population Bomb (1968), o el Club de Roma con la publicación del archiconocido Los Límites del Crecimiento (1972). El Banco Mundial tampoco se quedó atrás, y en 1988 el a la sazón presidente del organismo declaraba lo siguiente:
Las sociedades en las que la población está creciendo tan rápido deben aceptar que muchas -quizá la mayoría- de estas nuevas vidas vivirán poco y en pobreza y malnutrición. Con las tasas de crecimiento poblacional actuales [de finales de los 80], las muy necesarias mejoras en niveles de vida no se pueden alcanzar, los recursos públicos para servicios necesarios no dan más de sí y el medio ambiente está gravemente dañado.
En realidad, sin embargo, lo que ha sucedido desde 1988 ha sido un crecimiento económico sostenido de los países en vías de desarrollo que ha propiciado la salida de la pobreza de millones de personas, la reducción en la mortalidad infantil, una mayor esperanza de vida y mejores condiciones sanitarias y educativas.
La histórica apuesta entre Ehrlich y Simon
Pero eso no es todo. Y es que, la visión pesimista sobre la población encabezada por Ehrlich fue contrastada con una visión mucho más optimista en una apuesta. El contrincante fue el economista Julian Simon, quien ya había respondido a la tesis de Ehrlich en diversos medios sosteniendo justamente lo contrario: que es, precisamente, el ser humano, con su creatividad e inteligencia innata, el recurso más escaso -el libro The Ultimate Resource fue su obra más conocida-.
Esta apuesta consistía en predecir la subida o bajada de precios de un conjunto de materias primas entre 1980 y 1990. Dado que Ehrlich creía que la escasez de recursos iba a ser cada vez más intensa, apostó por que los precios subirían. Simon, muy escéptico de estas ideas, apostó por lo contrario, y acertó. A pesar de que la población creció en más de 800 millones de personas, todas las materias primas elegidas para la apuesta cayeron de precio, y algunas de ellas significativamente.
Pese a las afirmaciones de Jeffrey Sachs y otros, el crecimiento de la población no parece ser uno de los problemas más urgentes e importantes de la humanidad. Así, como afirman en The Guardian, "el excesivo foco de atención en la población es una peligrosa distracción del problema auténtico, que no es cuántos somos sino cómo usamos el planeta y compartimos sus recursos".
La extrema pobreza, con sus terribles problemas asociados, no se combate restringiendo la población sino adoptando las reglas del juego apropiadas que permitan a la gente ser libres y dueños de su futuro y el de sus niños, en un contexto de seguridad física y jurídica. No en vano, la historia ha demostrado fehacientemente que el desarrollo económico por sí mismo es el mejor antídoto contra un posible crecimiento poblacional excesivo en los países más pobres.