José María Aznar volvió a demostrar su capacidad de convocatoria a nivel internacional. Más de cien políticos y representantes de universidades, think tanks y otras instituciones sociales de un total de diecinueve países, iberoamericanos y europeos, se han reunido desde el lunes en la sede de FAES para actualizar un informe estratégico sobre América Latina.
Una cita donde se pusieron encima de la mesa los pros y los contras de un área del mundo clave para España, constatando los dos caminos opuestos que se están tomando. De un lado, el de "la apertura al mundo, el de la democracia, el respeto por las libertades individuales y el Estado de Derecho". Y, en el lado opuesto, "la amenaza populista, que prima los derechos colectivos frente a los individuales, llegando a negar la realidad de la persona en beneficio del grupo".
Miguel Ángel Cortés, exsecretario de Estado para Iberoamérica; Alberto Carnero, el director del Área de Internacional de FAES; y Guillermo Hirschfeld, responsable de Estudios Iberoamericanos de la fundación, coordinaron las jornadas de trabajo, dejando la clausura para el expresidente del Gobierno.
Ante lo que bien parecía una asamblea de la ONU en tamaño reducido, Aznar no se anduvo por las ramas: "En el mundo no hay más régimen político serio y honesto que la democracia liberal. No hay alternativa a los regímenes liberales". Las excepciones "ni son aceptables, ni son atractivas", aseguró en referencia a las dictaduras: "Nadie se quiere parecer a Cuba".
Ahondando más en la cuestión, el también presidente de honor del PP hizo algo que hoy día parece estar prohibido para la clase política: defender el sistema económico actual. "No existe otra alternativa a la economía de mercado", dijo tajante. "Se podrá demonizar, intervenir, hacer que no funcione y hablar de los mercados como si fueran fantasmas" pero "no hay sustituto". Lo que quiso hacer Aznar es defender, alto y claro, "a las economías libres".
Un contexto económico alejado de "los antiguos mecanismo que dirigían el mundo". De ahí que tachara de caducos a organismos como el G-8 o el G-20, "hoy prácticamente formales, de adorno pero no decisorios. No tienen modalidades de funcionamiento ni capacidad de decisión por la contraposición de intereses de las partes".
En cuanto a la imagen que hoy se tiene de España en el mundo, y especialmente en América Latina, el expresidente habló desde el conocimiento y no sin pesadumbre. "Antes me preguntaban por el éxito político y económico, ahora me preguntan por el fracaso", expuso. En las antiguas colonias, la crisis española se observa "con cierta curiosidad, mucho interés y, sin duda, cierta sonrisa". En conclusión, "cierta falta de perspectiva política" por "el fracaso" cosechado por el Gobierno socialista.