Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea están inmersos en una frenética actividad política para tratar de aportar una solución definitiva a la crisis del euro que desde hace casi dos años golpea con dureza a la Unión Monetaria. En la Cumbre del pasado domingo, los líderes de la UE avanzaron en los tres pilares básicos del plan global contra la crisis de deuda -la recapitalización de la banca, el aumento de la quita sobre Grecia y el refuerzo del actual Fondo de rescate de 440.000 millones (EFSF, por sus siglas en inglés)-.
La decisión definitiva, sin embargo, se espera alcanzar en la Cumbre extraordinaria de este miércoles. "Esperamos que las decisiones finales se tomen dentro de 72 horas", indicó el pasado domingo el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. En concreto, a lo largo de estos cinco días, la UE habrá mantenido un total de nueve reuniones al más alto nivel para tratar de acordar este nuevo plan conjunto:
- Viernes por la tarde: reunión de los ministros de Finanzas del Eurogrupo.
- Sábado: reunión de los ministros de Finanzas de la UE.
- Sábado: reunión de ministros de Exteriores de la UE.
- Domingo por la mañana: cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE.
- Domingo por la tarde: cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno del Eurogrupo.
- Miércoles: reunión de los ministros de Finanzas de la UE (finalmente suspendida).
- Miércoles: reunión de los ministros de Finanzas de la Eurozona.
- Miércoles: cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE.
- Miércoles: cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno del Eurogrupo.
Las claves del plan
Los principales puntos del plan se resumen en seis:
1. Aplicar una quita sobre la deuda griega de entre el 50% y el 60%, frente al 21% acordado en el segundo plan de rescate del pasado julio. La banca deberá aceptar de forma "voluntaria" esta condonación a fin de que no sea calificado como un default (suspensión de pagos) por las agencias de calificación. Ésta es la condición que exige Bruselas, y especialmente Alemania, para mantener en pie el segundo rescate de Grecia, y evitar así su salida del euro.
2. Un plan para recapitalizar la banca europea, cuyas necesidades de capital extra se estiman entre los 100.000 y los 110.000 millones de euros. Los nuevos stress test que está perfilando la Autoridad Bancaria Europea exigirán un ratio de capital de calidad del 9% -frente al 5% de las pruebas de julio-, tras aplicar un descuento en los bonos de los países periféricos que tienen en cartera para tener en cuenta el valor de mercado. En el caso de la deuda española, el descuento aplicado será inferior al 2%, según anunció la ministra de Economía, Elena Salgado.
Los bancos que no cumplan este ratio de capital deberán acudir primero al mercado, después a ayudas nacionales y "como último recurso" al Fondo de rescate europeo. Pese a ello, existe el riesgo de que estas estimaciones de capital se queden cortas, según los distintos informes privados que se han ido conociendo a lo largo de estos últimos días.
3. Reforzar el Fondo de rescate europeo, dotado con una capacidad crediticia de 440.000 millones de euros, hasta una cuantía próxima a los dos billones, tal y como acordaron Francia y Alemania. Y ello, mediante dos vías "no excluyentes" (es decir, combinadas):
- Utilizar el Fondo como una aseguradora: el dinero del Fondo se emplearía para avalar entre el 20% y el 30% de las nuevas emisiones de deuda de España e Italia y otros países de la eurozona no rescatados. Este tipo de apalancamiento permitiría ampliar la capacidad del Fondo hasta cerca del billón de euros.
- Creación de un vehículo de inversión especial (SPIV, por sus siglas en inglés) que, con el aval del Fondo (cubriendo también parte de las pérdidas potenciales), logre atraer inversión extranjera, tanto pública como privada, de países emergentes como China, Brasil o los países del Golfo, y del propio Fondo Monetario Internacional (FMI). Este mecanismo serviría para comprar deuda pública (e incluso salvar bancos) de los países en problemas (España e Italia, por el momento), tanto en el mercado primario como secundario.
4. Nueva exigencia de ajustes a Italia y España: las finanzas italianas no mejoran y su nivel de deuda pública sólo es superado por Grecia. Ante esta situación, los líderes europeos, especialmente Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, han exigido a Silvio Berlusconi que tome las medidas necesarias para reducir los números rojos, y evitar así una inminente intervención por parte del Fondo de rescate; la situación de España no es mucho mejor. Se da por hecho que el Gobierno no cumplirá con el objetivo de reducir el déficit al 6% del PIB este año y, por tanto, Bruselas exigirá nuevos ajustes (más recortes públicos, nuevo aumento de impuestos, o una combinación de ambas medidas).
5. Reforma de los tratados fundacionales de la UE para avanzar en el objetivo de mayor integración fiscal, con medidas concretas tanto a corto como a medio plazo.
6. Nuevo plan de redistribución: también se están discutiendo nuevos planes para tratar de impulsar el crecimiento de los países periféricos a través de créditos por parte del Banco Europeo de Inversiones.
FMI y Maastricht
De entre todos estos puntos, algunos más avanzados que otros, destacan, sobre todo, dos: la mayor participación del FMI en el plan para salvar al euro y la modificación de tratados fundacionales para avanzar en la integración económica y fiscal.
"Europa puede pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional para crear y ejecutar un nuevo fondo especial para ayudar a resolver la crisis de la deuda", según fuentes próximas a las negociaciones. La idea consiste, básicamente, en que el FMI participe activamente en el nuevo vehículo especial de inversión a través de su programa de créditos preventivos.
Tal y como avanzó Libre Mercado, el FMI está tratando de duplicar su capacidad de préstamos hasta el billón de euros para, precisamente, tratar de sostener a España e Italia. Y es que, Madrid y Roma necesitan recaudar 550.000 millones sólo en 2012, superando los recursos de los que actualmente dispone este organismo internacional. El FMI se encargaría de administrar y gestionar el citado vehículo de inversión en lugar de Bruselas para reforzar la confianza de los potenciales inversores.
Esto, en caso de materializarse, supondría un cambio relevante frente a la estrategia seguida hasta ahora. Y es que, si bien el FMI ha participado en el rescate de países europeos, a partir de ahora jugaría un papel mucho más activo ya que, en esencia, aportaría dinero para tratar de sostener a la zona euro en su conjunto. Así pues, entre los avales del Fondo de rescate y los créditos preventivos del FMI, Bruselas aspira a contar con un colchón próximo a los 2 billones de euros para contener la crisis de deuda.
Sin embargo, esta estrategia de rescates masivos no se hará a cambio de nada. El fiasco de Grecia ha demostrado, entre otras cosas, la capacidad de algunos gobiernos díscolos para evadirse de los ajustes y reformas requeridos a fin de salir del atolladero. Alemania reiteró hace poco su exigencia a este respecto: convertir a Grecia en un protectorado, de tal forma que sus cuentas públicas serían contraladas desde Bruselas en sustitución de Atenas.
Esta evidente pérdida de soberanía nacional, dentro de un esquema de integración fiscal a más largo plazo, implicaría una modificación de los tratados fundacionales de la UE. De hecho, el denominado Plan Eureka, ideado por Alemania para privatizar los activos públicos de Grecia, va poco a poco tomando forma.