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Merkel y Sarkozy se dan seis días para arreglar Europa

Se dispara el nerviosismo entre los líderes de la UE, en una semana decisiva para el futuro de la moneda única.

El resultado final de la trascendental cumbre del próximo domingo es más difícil de predecir a cada hora que pasa. De hecho, ya ni siquiera es una única cumbre, sino dos, puesto que este mismo jueves por la tarde Angela Merkel y Nicolas Sarkozy han convocado una segunda reunión que aseguran que, esta vez sí, será definitiva.

Lo cierto es que sigue habiendo numerosos puntos de fricción entre los líderes europeos. Ni el rescate bancario, ni la ayuda extra a Grecia, ni cómo impedir que el contagio salte a España e Italia. Prácticamente ninguno de los grandes temas que están sobre la mesa tienen una solución clara ahora mismo. De hecho, las posturas de Francia y Alemania, los dos grandes actores de la Eurozona, siguen muy distantes.

La idea ahora es conseguir un acuerdo de mínimos para el domingo, volver a sus países de origen y conseguir allí un cierto respaldo. Luego llegará el momento de cerrar los detalles en el encuentro del miércoles. Quedan seis días que se antojan claves para el futuro de la Eurozona. Es difícil saber cómo reaccionarían los mercados a un nuevo fracaso. La canciller alemana y el presidente francés han hecho de esta cuestión algo casi personal. Puede que su futuro político, ambos tienen elecciones en el plazo de algo más de un año, también dependa de su capacidad de arreglar todo este desaguisado.

El calendario

El enloquecido programa que nos espera en los próximos días comienza mañana, con una reunión de los ministros de Economía de la eurozona. El encuentro forma parte de las reuniones preparatorias de la cumbre. Por otra parte, la recapitalización bancaria se debatirá en un Ecofin extraordinario el sábado porque no sólo afecta a la eurozona sino a todos los países de la UE.

El turno para los primeros espadas llegará el domingo 23 de octubre. Hay que recordar que la cumbre estaba inicialmente prevista para el 17 y 18 de octubre, pero las diferencias germano-galas hicieron imposible el encuentro. Según lo anunciado este jueves, los líderes volverán a sus países para presentar lo pactado entre el lunes y el martes y cerrar los últimos flecos el miércoles 26.

1. El rescate a Grecia

El primer punto de discusión es cómo organizar el rescate a Grecia (las siguientes fases, porque este tema colea desde hace más de dos años). Se da por sentado que los 8.000 millones de euros del siguiente tramo se desembolsarán sin problemas. Atenas necesita de forma urgente el dinero para no quebrar en las próximas semanas. Pero luego vendrán las exigencias al gobierno heleno.

Cada vez que se entrega dinero a Atenas se asegura que es la última ocasión para reconducir sus finanzas. Sin embargo, en este caso, parece evidente que se exigirán fuertes garantías al Ejecutivo de Yorgos Papandreu de que no habrá vuelta atrás y meterá mano en el presupuesto en la medida necesaria. Los recortes serán muy duros. Por eso, entre otras cosas, se convocó la Huelga General de 48 horas en Grecia de esta semana, con el objetivo de ablandar la voluntad de los socios comunitarios. En este tema, Francia, España o Italia son partidarios de ser más flexibles, mientras que Holanda, Finlandia, Alemania o Eslovaquia serán muy poco transigentes.

En cualquier caso, parece que éste será el punto más fácil de acordar. Todos aceptan que hay que sostener por ahora a Grecia y que es necesario apretar las tuercas al Ejecutivo heleno.

2. La recapitalización bancaria

La gran duda sobre el rescate griego es cuál es la magnitud de las pérdidas que tendrán que soportar los tenedores de su deuda pública. El segundo rescate de 109.000 millones de euros que se aprobó el pasado julio, y que incluía una quita del 21% a los bancos en los bonos griegos que tuvieran en su balance. Debido al empeoramiento de la situación durante el verano, los Estados miembros sopesan ahora pedir a la banca que asuma pérdidas de hasta el 50%.

Alemania y Países Bajos son los Estados que más presionan para aumentar la participación del sector privado mientras que Francia y el BCE se oponen por entender que podría agravar el contagio a España e Italia.

3. Madrid, Roma... ¿y París?

Hace tiempo que la principal preocupación dejó de ser Grecia. España, Italia y, en las últimas semanas, Bélgica y Francia se han convertido en los centros de atención de la Eurozona. Todo el mundo tiene miedo de que el terremoto que se inició en Atenas se extienda a estos países. Por eso, en cuanto al fondo de rescate, los líderes de la eurozona se plantean aprobar que se utilice para avalar futuras emisiones de deuda de España e Italia. El objetivo de esta medida es multiplicar la potencia del fondo para proteger a los dos países del contagio de un impago por parte de Grecia.

Con este refuerzo, el fondo europeo de estabilidad financiera (EFSF, por sus siglas en inglés) garantizaría a los inversores en bonos españoles o italianos el primer tramo de pérdidas (que podría llegar hasta el 30%) en caso de impago de los dos países. Esta opción cuenta con el apoyo del BCE y de Alemania. Pero Francia insiste en que la mejor alternativa para multiplicar la potencia del fondo sería apalancándolo mediante su conversión en un banco, para que tenga acceso a la financiación del Banco Central, algo que rechaza tanto Berlín como el presidente saliente del BCE, Jean-Claude Trichet.

4. Nuevas medidas

Parece improbable que la estructura legal que salga de esta semana sea igual a la que está actualmente vigente. De hecho, ya se da por supuesto que habrá nuevas normas de gobernanza, que implicarán a los estados, al sector financiero y al BCE. Probablemente lo que se apruebe endurecerá las normas sobre endeudamiento público y endurecerá la normativa bancaria.

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