El penúltimo país en llegar a la Eurozona ha sido también el que ha estado a punto de dinamitar la moneda única de la UE. Eslovaquia, un pequeño estado de apenas cinco millones de habitantes, ha tenido en jaque a la diplomacia europea hasta hace apenas unas horas.
Este mismo jueves, el Parlamento eslovaco ha votado a favor de la ampliación del Fondo de Rescate aprobado. Merkel, Barroso, Papandreu o Sarkozy pueden respirar tranquilos. Mientras, un pequeño partido de apenas dos años de vida puede sentirse orgulloso de haber mantenido su compromiso con los electores, incluso aunque eso le cueste un puesto en el Gobierno. Tanto si se está de acuerdo como si no con su postura, es difícil no reconocerle su valentía y coherencia.
Toda esta historia comienza a finales de julio, cuando los líderes de la UE, atemorizados por la posible caída de Grecia y las consecuencias que podría tener en el sistema financiero de la Eurozona, decidieron ampliar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF o EFSF en inglés). Cuando se creó este mecanismo, en mayo de 2010, se pensó que sería un cortafuegos que detendría la crisis de deuda soberana en la que estaba inmersa la Eurozona.
De esta manera, los 16 países entonces miembros de este grupo se unieron para crear una bolsa con 440.000 millones de euros (a los que se podrían sumar 60.000 millones más de la Comisión y 250.000 del FMI), y con los que se realizarían préstamos a los estados en dificultades. A cambio, los gobiernos de estos países se comprometerían a realizar las reformas necesarias para equilibrar sus cuentas públicas y conseguir pagar a sus nuevos acreedores. Esto es lo que se conoce como Fondo de Rescate de la UE, que ya ha asistido a Grecia, Irlanda y Portugal.
Como decíamos, hace unos meses los líderes europeos acordaron ampliar el Fondo hasta los 780.000 millones de euros. La cuestión no era sólo cuantitativa, también se aprobó una modificación en los estatutos del FEEF: a partir de ahora, no sólo podrá prestar dinero a los países en problemas, sino que también estará facultado para comprar deuda pública de forma directa, para ayudar a los bancos de la región y para ofrecer líneas de crédito a los gobiernos. De esta manera, todos los países de la Eurozona quieren dejar claro su compromiso en la detención de cualquier riesgo de contagio al sistema financiero o a otros estados de una más que segura bancarrota de Grecia.
Sulik y el SaS
El único problema es que este cambio debía ser aprobado por los parlamentos nacionales de los 17 países de la Eurozona (Estonia se unió en enero de este año al grupo). Todo iba según el guión previsto en Bruselas, hasta que un pequeño partido de la coalición gobernante en Eslovaquia dijo "no": votarían en contra de la ampliación del FEEF por entender que no había suficientes garantías para los contribuyentes de su país de recuperar el dinero que metieran en este Fondo.
Este partido, fundado por el empresario Richard Sulik y llamado Libertad y Solidaridad (SaS, según sus siglas en eslovaco), es una nueva formación con apenas dos años de vida. En las elecciones de 2010, consiguió un 12% de los votos y 22 escaños de un Parlamento con 150 diputados. Con este resultado, se alió con el conservador SDKÚ de la primera ministra Iveta Radicova y entró en el Gobierno con varias carteras.
Ahora, con su decisión, SaS puede perder esta envidiable posición. Radicova unió la aprobación de la ampliación del FEEF a una moción de censura. Es decir, si se rechazaba aquélla, se aprobaría ésta. El principal partido de la oposición, el socialdemócrata, anunció que votaría en contra para forzar la caída del Gobierno, algo que sucedió este martes. Además, según la Constitución Eslovaca, los tratados internacionales pueden votarse dos veces en el Parlamento, y los socialistas ya han confirmado que votarán a favor tras conseguir su objetivo de forzar elecciones anticipadas.
Esto quiere decir que el SaS no sólo tendrá que acudir a unas elecciones en las que quizás pierda su puesto en el Gobierno sino que, además sabe que ni siquiera así podrá parar la ampliación del FEEF. Y aún así, la formación de Sulik ha decidido mantener su coherencia y su compromiso con sus electores y hacer oídos sordos a toda la presión que ha llegado en las últimas semanas al pequeño país centroeuropeo.
"Liberales y austriacos"
El SaS es una rara avis dentro de la fauna política europea. Fundado por el millonario Richard Sulik hace apenas dos años, se declara abiertamente liberal (tanto en cuestiones económicas como sociales). De hecho, su líder asegura que es "seguidor de la Escuela Austriaca de economía" (una corriente de pensamiento que tiene a Ludwig von Mises o Friedrich Hayek como sus exponentes más destacados).
Su actitud ha sido la de dar prioridad a sus principios, incluso aunque eso les costase su puesto en el Gobierno. En una entrevista en el Spiegel alemán, Sulik explica por qué han tomado esta decisión, con un mensaje claro: no sólo no se quieren cargar el euro sino que opinan, precisamente, que "el Fondo de Rescate es la mayor amenaza" para la supervivencia de la moneda única.
Sulik asegura que el FEEF daña la moneda única al permitir a los países con grandes déficit seguir financiándose a cargo de los contribuyentes de la Eurozona. De esta manera, cuando un Gobierno no encuentra a nadie que le quiera prestar dinero por el temor a que incumpla sus obligaciones, siempre puede recurrir al FEEF (es decir, a los bolsillos de los ciudadanos europeos) para que le saque las castañas del fuego. A partir de ahora, esto será más fácil (hay más mecanismos de ayuda) y también incluirá a los bancos.
Además, la experiencia ha demostrado que los políticos derrochadores no cumplen su palabra, ni siquiera aunque estén al límite del desastre. De esta manera, Grecia se comprometió en 2010 a hacer fuertes ajustes para reducir su déficit y contener su deuda pública a cambio de los préstamos del FEEF, pero ahora se sabe que ninguno de los compromisos adquiridos por el Ejecutivo de Yorgos Papandreu se cumplirá. Sí, se han tomado algunas decisiones difíciles y se han hecho algunos recortes, pero en una cantidad muy inferior a la prevista inicialmente.
La receta de Sulik
Ante esta tesitura, Sulik lo tiene claro: "Hay que dejar que Grecia vaya a la bancarrota, asumiendo quitas de entre el 50 y el 70%, y tenemos que ser tercos con el cumplimiento de los recortes presupuestarios". En su opinión, la quiebra de Atenas no sólo no provocará una reacción en cadena, sino que obligará al resto de Gobiernos a tomar las medidas necesarias y tranquilizará a unos mercados sumidos en la incertidumbre. De esta manera, Sulik pide que los políticos europeos no estén pensando sólo en el corto plazo: "Es ridículo que orienten sus decisiones en función de una subida o bajada de los mercados de valores de unos pocos puntos".
Además, el líder del SaS hace otro apunte realmente interesante. Eslovaquia ya realizó sus propias reformas (con numerosos ajustes) que, aunque fueron dolorosas, le permitieron crecer con solidez en los últimos años. Por eso se unió al euro. Sin embargo, pese a esta mejoría, su PIB per cápita sigue siendo bastante inferior al griego: "Hoy en día, Eslovaquia tiene el menor salario medio de la Eurozona. ¿Cómo voy a explicar a mis electores que van a pagar un IVA superior para que los griegos puedan obtener pensiones tres veces más altas que las suyas?".