"Si se hacen las reformas estructurales, la economía española podría volver a crecer". Éste es el esperanzado mensaje con el que Alberto Recarte transmite en la cuarta entrega de su Informe Recarte III. Entre la Segunda Recesión y las reformas, en la que analiza los problemas que aquejan a la zona euro, los errores cometidos en la búsqueda de una solución a la crisis griega y el camino que debe emprender la economía española si no quiere acabar en la misma situación que la helena.
En relación a España, es evidente que es difícil ser optimista en una situación como la actual. Recarte no pone paños calientes a una coyuntura complicada y admite que "si no funciona el segundo rescate de Grecia, ni el primero de Portugal, no se puede avanzar en la formación de un gobierno europeo ni en la emisión de bonos europeos y España no hace rápidamente todas las reformas que necesita, será difícil que no terminemos por suspender pagos". Es decir, que la temida bancarrota del Tesoro hispano puede estar a la vuelta de la esquina.
Sin embargo, junto a este análisis, que deja en evidencia la gravedad de la situación, el presidente de Libertad Digital deja abierta una pequeña puerta a la esperanza. Porque todavía hay una posibilidad de salvación: que España acometa "las reformas estructurales" que le permitan "volver a crecer". Aunque es igualmente cierto que "para que los cambios estructurales tengan efectos positivos en la competitividad y en el crecimiento, hace falta tiempo" y por eso, el Gobierno que salga de las urnas debe ponerse manos a la obra cuanto antes.
Eso sí, el camino está perfectamente trazado en el texto de Recarte: para evitar una "situación límite, que desembocaría en el cierre de los mercados financieros", España debe seguir una senda similar a la que se le pide a Grecia en estos momentos: "terminar la recapitalización del sistema financiero, cumplir los objetivos de déficits públicos, hacer las reformas estructurales necesarias para recuperar la competitividad –mercado de trabajo y convenios colectivos- y crecer lo suficiente como para equilibrar las finanzas públicas". No es una tarea fácil, pero es la que hay que acometer para salvar al país del abismo de la bancarrota.
En este sentido, Recarte también apunta a que "en las actuales circunstancias, a España le interesa reforzar las instituciones europeas, el BCE, el Fondo de Estabilidad e incluso apoyar la formación de un gobierno europeo", todo con el objetivo de devolver la confianza a unos inversores que hace tiempo que miran con aprensión a las economías periféricas de la UE. Porque además, "la ruptura del euro sería dañina para todos los países, miembros o no del euro. Las consecuencias serían peores para los países más endeudados".
Por cierto, Recarte destaca los graves resultados que para todo el país tendría un fracaso. No sólo la economía se vería afectada: tan importantes, o aún más, serían las consecuencias políticas y sociales. Porque si España no consigue superar este histórico reto se encontraría "con una crisis económica mucho más grave que la actual y con el estallido de las actuales instituciones políticas. Entraríamos en un periodo constituyente, con tensiones separatistas exacerbadas en el País Vasco y Cataluña, y un malestar social creciente, pues el desempleo podría volver a crecer, sin posibilidades de poder pagar las prestaciones y ayudas sociales a las que se ha habituado la sociedad española".