Recientemente me preguntaba una persona muy inteligente que si era posible poner un cascabel al gato del freno a los dispendios del Sector Público, que van desde representaciones autonómicas en el exterior a gastos sanitarios que escapan de cualquier posibilidad del copago, aparte de lo que significa para las PYMES el que este gasto público se acabe escondiendo en los cajones de las dependencias administrativas. Sobre todo, si se tiene en cuenta que el doble del gasto público español corresponde a las autonomías, en relación con el gasto de la Administración Central, a cuyo porcentaje se acercan mucho las corporaciones locales. Y además de todo eso es bien sabido que el déficit del sector público que ha pasado a tener España crea tal volumen de endeudamiento que empuja al alza los tipos de interés de nuestra deuda pública, y con ellos, todos los demás y afianza la crisis. Mi contestación fue: ese gato está rabioso, y puede contagiar la hidrofobia a multitud de ciudadanos. De momento, esto ya se ha producido en los "indignados" del 15-M, en un proceso facilitado por el lamentable –científicamente, como he comentado ya específicamente– folleto de Hessel y Sampedro. Lo que ahora mismo sucede con las huelgas del profesorado madrileño, muestra hasta qué parte la hidrofobia se extiende, especialmente entre el mundo sindical más importante. Es preciso explicarles a éstos ese riesgo, para que, precisamente, ayuden a quienes, con tal apoyo, intentan capturar el gato para ponerle un cascabel que anuncie su presencia, y con ella, que se pueda esquivar su terrible rabia.