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José T. Raga

Recortes no, quiebra

La elección es bien sencilla: si no queremos sacrificios, si no queremos recortes, tendremos que optar por la quiebra. Los recursos, señor Rubalcaba, no se generan con palabras ni con falsas promesas.

Mal empezamos en la ya iniciada precampaña. El comienzo en la casa de la izquierda no ha podido ser más expresivo: un día de lucha. Lucha contra el PP, lucha contra la derecha, lucha contra los ricos, en definitiva lucha, lucha y más lucha. Es el espíritu de la destrucción que siempre ha anidado en ella; baste ver cómo está la Nación española después de sus casi ocho años de desgobierno.

El candidato del PSOE, fuera de la realidad que vive el país, se ha permitido criticar la política de recortes de otros partidos, prometiendo que la suya será de garantías y cuentas claras. Si el candidato fuera oligofrénico produciría ternura y compasión, disculpándole por su desconocimiento de lo que se puede y no se puede hacer. Pero no siendo el caso, no merece disculpa, pues, lo que hay detrás de la promesa es maldad, engaño y voluntad de caldear los comicios para que, como dijo don José Blanco, se dé la vuelta a la voluntad popular como ya se hizo en marzo de 2004. Espero que ahora con menos muertos.

El discurso que se está dando desde la izquierda es escrupulosamente falaz. Oyéndoles se diría que los recortes, éste es el término que se ha acuñado para las acusaciones al PP, son el resultado caprichoso de una ideología retrógrada de derechas cuya finalidad es reducir el estado de bienestar y, si puede, aniquilarlo.

Que el candidato del PSOE hable de los recortes es la forma sublime de autoinculpación. Sin despilfarro, sin quiebra del sistema tal como se está viendo en estos momentos, no se precisarían recortes ni a nadie se le habría ocurrido tal solución. Es la mala administración de los recursos la que ha conducido a nuestra Nación al caos económico; el político, jurídico y social, ya se había conseguido con anterioridad.

En estos ocho años, las administraciones públicas han entrado en una espiral de déficit y endeudamiento que pone al borde de la quiebra nuestro sistema económico y con él a la propia estructura social. Lo que en otro tiempo se conocía como Seguridad Social, hoy ha llegado a un grado de inseguridad que siembra la inquietud en nuestra población.

¡Las arcas están vacías! No hay dinero para pagar a los funcionarios ni a los proveedores; la sanidad pública y el sistema público de pensiones son insostenibles; el sistema educativo se resquebraja en calidad y en respuesta social. Las alegrías del señor ZP y de su Vicepresidente Rubalcaba han conducido al país al borde del precipicio, y es esa situación y no otra, la que obliga a recortes procurando ahorros para atenuar el mal producido. Ocultar estos hechos, es un crimen contra el pueblo español que debería perseguirse aquí, como se ha hecho en Islandia.

La elección, pues, es bien sencilla: si no queremos sacrificios, si no queremos recortes, tendremos que optar por la quiebra. Los recursos, señor Rubalcaba, no se generan con palabras ni con falsas promesas.

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