La crisis de deuda soberana sigue su curso. Finlandia y Alemania acaban de otorgar luz verde a la ampliación y flexibilización del Fondo de rescate europeo (EFSF, por sus siglas en inglés) acordada el pasado julio, y así poder prestar de forma efectiva hasta 440.000 millones de euros a los países de la zona euro en problemas. Sin embargo, esta cuantía resulta insuficiente para poder afrontar los problemas de Grecia, una posible segunda ronda de rescates a Irlanda y Portugal, la recapitalización de la banca europea o, en úlitmo término, la hipotética caída de España e Italia.
De ahí, precismente, que los líderes de la eurozona sigan enfrascados en arduas negociaciones sobre la creación de los eurobonos o la necesidad de ampliar aún más el actual Fondo, mediante nuevas aportaciones nacionales o bien haciendo uso del Banco Central Europeo (BCE). Las últimas cifras que se barajan apuntan a la necesidad de ampliar la cuantía final hasta los dos e incluso tres billones de euros. Pero por el momento no existe ningún plan concreto.
Así pues, mientras la UE sigue discutiendo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estudia estrategias alternativas para afrontar la crisis de deuda pública. Tal y como avanzó Libre Mercado, el organismo reserva cerca de 400.000 millones de euros en caso de que sea preciso rescatar a grandes potencias europeas, tales como España o Italia, principales candidatas tras la ayuda internacional otorgada a Grecia, Irlanda y Portugal.
Pese a ello, esta cuantía se antoja también insuficiente en caso de tener que acudir al rescate de ambos países. Dada la situación actual, y en base a lo que pudiera pasar, el FMI plantea incremantar su capacidad de préstamos hasta una cuantía próxima a los 1,3 billones de dólares -unos 960.000 millones de euros al cambio de hoy-, según los altos funcionarios consultados por The Wall Street Journal.
La idea consistiría, pues, en tratar de duplicar sus reservas para poder afrontar tanto la crisis de deuda que sufre la zona euro como el agravamiento de la crisis económica y financiera internacional. Para ello, se plantean dos posibles opciones:
- Aumentar de forma sustancial las aportaciones que realizan los distintos países miembros del Fondo, especialmente los emergentes. El Fondo quiere elevar sus reservas mediante una reforma que se prevé aprobar a finales de 2011 o principios de 2012.
- Sin embargo, el agravamiento de la crisis de deuda y las necesidades crediticias que se barajan han permitido que el FMI se plentee la posibilidad de emitir bonos a corto plazo (deuda pública) en los mercados privados, lo cual le permitiría además recaudar más del billón de euros estimado inicialmente.
Esta última medida resultaría inédita. Y es que, el FMI nunca ha vendido bonos de este tipo, ya que EEUU y Alemania, entre otras grandes potencias, se han resistido históricamente a este tipo de emisiones por miedo a que el organismo incremente su independencia y margen de decisión respecto a sus principales accionistas (gobienos nacionales).
Sin embargo, parece que el agravamiento de la crisis está logrando debilitar estas históricas reticencias. Los funcionarios del G-20 -grupo que engloba a las grandes potencias del planeta- y del FMI están trabajando en privado sobre estos temas. Las nuevas propuestas, en caso de aprobarse, servirían para respaldar los esfuerzos de la UE para contener la crisis.