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¿Por qué vivir en Israel es tan caro?

Las protestas de los indignados israelíes han dado la vuelta al mundo. ¿Su principal queja? El coste de la vida. Pero desconocen sus causas.

Esta noche comienza el Año Nuevo del calendario judío, Rosh Hashanah, una de las fiestas más importantes del pueblo de Israel. En las comidas festivas es tradicional dulcificar la celebración con grandes cantidades de miel. Pero para hacerlo los israelíes tienen que rascarse el bolsillo cada vez más, dado el notable encarecimiento de este producto. Según un reciente estudio, los israelíes tendrán que pagar un 350% más por la miel que los norteamericanos y el doble que los británicos. Esto es especialmente gravoso en esta época, en la que se consume alrededor del 40% del total del año.

Un hecho que se une a las manifestaciones de los últimos meses de los indignados israelíes por las difíciles condiciones económicas en general, y el elevado coste de la vida en particular. Y es que, el buen comportamiento económico de Israel del que dimos cuenta en Libre Mercado, no ha evitado que el descontento por la situación económica también se haya apoderado de algunos de sus ciudadanos.

El primer dato que hay que tener en cuenta a la hora de hablar de Israel es que, a pesar de haber crecido a buen ritmo en la última década, sigue siendo un país con un nivel de renta per cápita más bajo que el de España (27.800 dólares frente a 31.550). De hecho, es muy similar al de Grecia.

En la actualidad, los principales indicadores macro de la economía israelí mantienen una salud envidiable dados los tiempos que corren. Las cuentas públicas están relativamente saneadas, la tasa de desempleo es inferior al 6% y el nivel de inflación -expresado por el índice de precios al consumo-, aunque más elevado que el promedio de los países de la OCDE, tampoco parece muy preocupante. Por su parte, las tasas de crecimiento previstas para 2011 y 2012 superan el 4%, si bien éstas dependen de dos supuestos importantes: la estabilidad de la situación geopolítica en la zona y la continuación de la recuperación en la economía global -supuesto que es sensato poner en duda-.

Los culpables

Sin embargo, el buen estado de estas variables puede estar ocultando problemas de relevancia que empobrecen a buena parte de sus ciudadanos y, por tanto, lastran su crecimiento potencial. Para conocer más de cerca los problemas actuales de la economía israelí y sus causas, nos hemos puesto en contacto con Corinne Parenti-Sauer, co-fundadora del Jerusalem Institute for Market Studies (JIMS), prestigioso think-tank liberal del país.

En relación con las protestas de los últimos meses, sostiene que los manifestantes tienen razones para estar indignados, dado el muy elevado coste de la vida y los disparados precios de la vivienda. Sin embargo, advierte que las propuestas de estos grupos, consistentes en mayor intervención gubernamental, regulación y redistribución de la renta, apuntan a la dirección contraria de lo que sería deseable.

Pone el ejemplo del mercado de la leche, un producto de primera necesidad cuyo precio es mucho más alto en Israel que en otros países. ¿Por qué sucede esto? Corinne afirma que el sector de producción de leche funciona según "métodos soviéticos": un comité y sus burócratas son los que deciden cuánta leche se produce, quién la produce y a qué precio se venderá. Además, las importaciones y la libre competencia están prohibidas según la "Ley de Planificación del Mercado de la Leche".

En otros productos alimentarios como la miel, que se utiliza en Rosh Hashanah, el vino, o el queso la competencia también brilla prácticamente por su ausencia, debido en buena parte a las interferencias gubernamentales en estos mercados, por ejemplo, poniendo trabas a las importaciones. En consecuencia, apenas una o dos empresas suelen controlar estos mercados, haciendo que los precios se mantengan en niveles altos.

Otro bien crucial para la población, y sobre el que existen muchas protestas ciudadanas acerca de su altísimo y creciente coste, es el de la vivienda. Por un lado, existen temores de que se haya creado una burbuja que pudiera pinchar. El Banco Central de Israel ya advirtió de que la rápida subida de la vivienda podría amenazar la estabilidad económica, conduciendo a la creación de una burbuja.

The Wall Street Journal achacaba esta escalada de precios a las políticas de estímulos monetarios llevadas a cabo por los países desarrollados en respuesta a la crisis financiera. "Para evitar una depresión, inundaron el mundo de crédito. Y ese crédito amenaza con crear nuevas burbujas inmobiliarias en otros países", afirmaba el diario americano.

Precios de la vivienda desde el primer trimestre de 2004

Fuente: The Wall Street Journal

Por otro lado, desde el Jerusalem Institute for Market Studies se apunta a las severas regulaciones y restricciones sobre la oferta inmobiliaria -con origen en la intervención del Gobierno-, como un elemento adicional clave que explica el elevado coste de los pisos.

Algunos datos ilustran este problema: Israel ocupa el puesto 121 y 147 (de 183 países) en facilidad para obtener permisos de construcción y facilidad para registrar propiedades, respectivamente, según el Banco Mundial. La gran complejidad y burocracia de estos procesos hace que lleven un tiempo más de cuatro veces superior al de la media de la OCDE -organismo que reúne a los países desarrollados-, según el JIMS.

En un mercado inmobiliario menos regulado y burocratizado, por tanto, aumentaría la oferta de vivienda y así su precio se podría reducir notablemente. Asimismo, los elevados impuestos que recaen sobre la propiedad inmobiliaria -aproximadamente un 75% más altos que en la OCDE- son otro factor que explica por qué su precio es tan alto en Israel.

El elevado coste de la vida que sufre Israel en relación a otros países también se manifiesta en los precios de la gasolina -que duplican los que soportan norteamericanos y canadienses- o en el de los automóviles -al menos un 50% superior que en la mayoría de países de la UE-, tal y como relata Corinne.

Las causas se deben, según el JIMS, a la excesiva concentración de poder económico en manos de unos pocos "oligarcas" que controlan una parte considerable de la economía israelí. Esto se agrava, además, por los amplios programas de subvenciones públicas que proporciona el Gobierno, ya que van a parar desproporcionadamente hacia las grandes corporaciones y benefician a éstas a expensas de las más pequeñas.

El problema de la pobreza

El otro gran problema que suele mencionarse con más frecuencia de la economía israelí es su elevada tasa de pobreza. Ésta tiene especial incidencia en determinados colectivos como el de los ultra-ortodoxos judíos y árabe-israelíes, y también en el de judíos etíopes, quienes sufren grandes dificultades para integrarse en la sociedad moderna.

Si bien las estadísticas de su Ministerio de Seguridad Social muestran cómo la tasa de pobreza ha ido en aumento en la última década, el análisis del JIMS desmiente esta visión negativa. La clave principal está en la línea de pobreza, que es el umbral de renta por debajo del cual las personas son consideradas pobres. En términos oficiales, esta línea aumenta conforme aumenta la renta media, con lo que un pobre en 2000 podría seguir siéndolo aunque su renta hubiera aumentado considerablemente -al mismo ritmo que el de la renta media-.

Por ello, las estadísticas oficiales ofrecen un panorama mucho más negativo que la realidad. Así, según el JIMS, el número de pobres cayó un 18,8% desde 2004 a 2008 (del 18,1% al 14,7% de la población), y la renta disponible real del 20% de los trabajadores con menor salario se incrementó más de un 8% entre 2002 y 2008. Estos datos demuestran que el crecimiento económico de los últimos años también benefició a los salarios más modestos, al contrario de lo que afirman algunos políticos israelíes.

Otras cuestiones que preocupan a los analistas del JIMS son el elevado nivel de impuestos que soportan los israelíes; el excesivo poder en manos de los sindicatos o la baja tasa de participación de la fuerza laboral -que empuja a la baja la tasa de desempleo-, que traslada una carga impositiva adicional hacia aquéllos que trabajan, con los incentivos perversos que ello genera.

Según dicho think-tank, Israel podría lograr notables mejoras económicas si profundizara en los procesos de liberalización y desregulación iniciados hace una década. En estos momentos, figura en el puesto 83 (de 141) del Índice de Libertad Económica del Instituto Fraser, por lo que existe un amplio margen para avanzar en este campo.

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