El Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales ha publicado en el BOE sus cuentas anuales correspondientes al ejercicio de 2010. Del examen de su contabilidad, resulta que el cine español consumió recursos públicos por importe de 120.698.560 euros.
La participación subvencionada de la cinematografía española en festivales internacionales –fueron 148 los certámenes que contaron con alguna película española-, costó a las arcas del ministerio de Cultura 3,2 millones de euros. Por su parte, las subvenciones directas al cine español consumieron 95,5 millones de fondos públicos, repartidos entre los 250 largometrajes y los 251 cortos que finalmente resultaron beneficiarios de la ayuda estatal.
A pesar de la importante aportación de dinero público, los resultados de nuestro cine fueron peores incluso de lo que las autoridades dependientes de González-Sinde habían previsto. Así, el cine español recaudó en taquilla 80 millones de euros frente a los 115,5 previstos. Si tenemos en cuenta que todos los españoles hemos aportado a estas mismas películas 95,5 millones, resulta que las películas subvencionadas ni siquiera han sido capaces de recaudar en taquilla la cantidad con que fueron premiadas a costa de nuestros bolsillos.
El número de espectadores que acudió libremente a ver películas españolas arroja también un balance desolador. Mientras que el ministerio de Cultura cifró en 25 millones de espectadores sus previsiones para 2010, finalmente fueron sólo 12,9 millones, poco más de la mitad prevista, los que pagaron su entrada en taquilla para ver las producciones subvencionadas.
El resto del presupuesto del Instituto de la Cinematografía fue consumido, entre otros conceptos menores, en trabajos para la restauración y la conservación del patrimonio cinematográfico, así como en las subvenciones concedidas para la celebración de los 79 festivales de cine que tuvieron lugar en nuestro país a lo largo del pasado ejercicio.