Existe un viejo dicho económico que asegura que "no hay nada más miedoso que el dinero". No se sabe quién acuñó la frase, pero viendo lo que está ocurriendo en los mercados internacionales en las últimas jornadas, parece evidente que estuvo muy acertado.
Desde hace unas semanas, prácticamente no hay un día de descanso para los inversores. Tan pronto se producen subidas de un 2-3% como se desploman los índices cerca del 4%. La razón de tanta volatilidad no es otra que la incertidumbre. El problema no es tanto que las perspectivas sean malas (que lo son), como que no se sabe muy bien qué va a pasar en demasiados ámbitos.
Pánico a la recesión
Evidentemente, lo que está pasando en los mercados occidentales no es que las compañías europeas y norteamericanas hayan sufrido un colapso conjunto desde el verano que les ha llevado a perder un 20% de su capitalización bursátil en dos meses. Lo que está pasando es que el miedo a una nueva recaída de la economía mundial se ha instalado en los parqués. La Gran Recesión que comenzó en 2007 no sólo no ha terminado, sino que puede tener por delante unos cuantos años. Con esta perspectiva, se acrecientan los temores, que están centrados, especialmente, en tres escenarios:
1. Grecia y el dominó: Ya se da por hecho que Atenas quebrará, pero lo que ahora queda por saber es cómo afectará eso al resto de países de la Eurozona. Dando por hecha la bancarrota helena, se asume que Portugal también necesitará un nuevo rescate. Luego, sería el turno de Italia y España. Estas dos fichas son muy grandes, pero el efecto dominó podría arrastrarlas. De hecho, este mismo jueves, el Gobierno italiano ha admitido un importante recorte en sus previsiones para este año y el que viene. El Ejecutivo de Silvio Berlusconi ha recortado su previsión de crecimiento en 2011 (del 1,1% al 0,7%) y 2012 (1,3% - 0,6%). Además, la deuda pública del país ha establecido un nuevo récord. El círculo sobre Roma se estrecha.
2. Los balances de la banca: La segunda derivada de la caída de Atenas (¿y Roma?) es el efecto que tendrá en el sector financiero europeo. Los balances de los bancos tienen muchos bonos de los estados de la Eurozona, por lo que la quiebra de estos llevará aparejadas importantes pérdidas en aquellos. El FMI cifró este miércoles en 300.000 millones la cantidad que necesitarán los bancos europeos para salir adelante. Además, alertó de que "el tiempo se agota" para salvar a muchas entidades. Luego, la FED avisó de la "tensión" que se vive en el sistema financiero. Estas dos advertencias dicen mucho sobre la preocupación que existe en los círculos de poder europeos. El desplome vivido en la jornada del jueves en todas las bolsas no ha sido ajeno a este diagnóstico.
3. La FED no atina: Tampoco ha ayudado a la marcha de los índices la decisión de la Reserva Federal norteamericana de lanzar un nuevo programa de estímulo, que ya se conoce como Operación Twist, consistente en una compra masiva de bonos a largo plazo (hasta 30 años) por valor de 400.000 millones de euros, para al mismo tiempo vender deuda del Estado a tres años por el mismo valor. Para los que creen que las inyecciones de liquidez tienen algún efecto en la economía, la apuesta de Bernanke es muy poca cosa. Para los que piensan que los bancos centrales no deberían jugar a manipular las monedas, es un nuevo paso hacia el abismo.
Los valores refugio
Ante tanta incertidumbre, el movimiento natural de los inversores es buscar valores refugio, que les permitan permanecer a salvo mientras dura la tormenta. Y entre todos los que existen, dos están sobresaliendo en las últimas semanas: los bonos alemán y norteamericano a diez años están ahora mismo en mínimos históricos (aunque en este caso ese mínimo quiere decir que son los valores más demandados del momento).
De esta manera, el bono estadounidense a diez años cotizaba este jueves a 1,71519% de rentabilidad, 11 puntos básicos menos que en la jornada anterior y el menor registro del que se tiene noticia. De hecho, la diferencia entre el interés que ofrece el bono a dos años y el de 30 años es de tan sólo 264 puntos básicos, demostrando que los inversores están dispuestos a aceptar rendimientos muy pequeños incluso a plazos muy elevados a cambio de la seguridad que siempre ofrece el Tesoro norteamericano.
Una situación equivalente se vive en Europa con el bund alemán. En estos momentos, la deuda pública a 30 años cotiza a tan solo 2.43%, mientras que el bono a diez años ha tocado el 1,648%, el menor rendimiento desde la entrada del euro. Este movimiento ha provocado un incremento instantáneo de la prima de riesgo italiana y de la española (aunque esta última finalmente ha conseguido mejorar al final de la jornada). De hecho, el diferencial entre la germana y la italiana ha llegado a tocar los 412 puntos, lo que supone un nuevo récord.