Por primera vez en la historia, el secretario del Tesoro de Estados Unidos asistirá a una reunión de ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (Ecofin). La cita, que comienza este viernes en Wroclaw (Polonia), será crucial para atisbar el camino que emprenderá Bruselas a fin de contener la crisis de deuda pública en la eurozona, en un momento en el que Grecia pende de un hilo. La visita del secretario estadounidense Timothy Geithner no es una cuestión baladí, ya que evidencia la honda preocupación de Washington por lo que está aconteciendo en Europa.
En este sentido, el propio presidente Obama acaba de recordar que el problema no es Grecia sino "España e Italia". Efectivamente, Bruselas lleva meses discutiendo cómo afrontar una posible caída de alguno o ambos países. Y es que, por un lado, la compra de deuda pública por parte del Banco Central Europeo es, hoy por hoy, un mero parche, muy limitado y temporal; por otro, el actual Fondo de rescate europeo (EFSF, por sus siglas en inglés) carece de recursos suficientes para sostener a países tan grandes, tras acudir en ayuda de Grecia –dos veces–, Irlanda y Portugal; además, los ansiados eurobonos siguen contando con el rechazo de Alemania y otros socios comunitarios; y puesto que los esfuerzos de Madrid y Roma por contener el déficit están resultando insuficientes o erróneos, la gran pregunta es ¿qué hacer?
Geithner viene con un plan debajo del brazo. El secretario pretende que Europa imite los mecanismos de monetización de deuda aplicados por EEUU tras la quiebra de Lehman Brothers. En concreto, el primer programa de compra de activos bancarios puesto en marcha por la Reserva Federal (FED) a finales de 2008 y principios 2009 con el respaldo del Tesoro.
El objetivo de dicho programa, llamado Term Asset Backed Loan Facility (TALF), consistía en inyectar 1 billón de dólares en el mercado crediticio para impulsar la concesión de préstamos a familias y empresas. ¿Cómo? La FED concedió créditos a 3 y 5 años a los bancos aceptando como colateral (aval) préstamos para la compra de automóviles, estudiantiles, tarjetas de crédito, hipotecas, etc. Es decir, a cambio de activos poco líquidos. Para afrontar posibles pérdidas, el Tesoro aportó inicialmente 20.000 millones de euros extraídos del Fondo de rescate bancario, el llamado Plan Paulson para inyectar capital público al sector financiero.
La idea era favorecer la concesión de créditos a familias y empresas ofreciendo a la banca una línea de liquidez extraordinaria a través de la FED que, a su vez, contaba con el respaldo del Tesoro. Y es que, dada la delicada situación financiera que sufría EEUU, el mercado interbancario (donde los bancos se prestan dinero) estaba completamente cerrado, al igual que sucede ahora en la zona euro.
Geithner planteará a Bruselas un mecanismo similar. Puesto que el Fondo de rescate europeo, dotado con 440.000 millones de euros, no tiene dinero suficiente para salvar a España e Italia, Bruselas puede emplearlo para avalar al BCE –u otro ente– en su compra masiva de bonos públicos a los bancos (mercado secundario), los activos subprime que ahora nadie quiere o cuyo valor se está desplomando. Una monetización por la puerta de atrás, sólo que a la europea. De este modo, al tiempo que se sostiene en el aire a países con problemas también se lograría refinanciar a la banca.
Sin embargo, en realidad se trata de una mera transferencia. Los activos tóxicos que poseen los bancos (deuda pública de países periféricos, con alto riesgo y escasa liquidez) pasarían a engrosar el balance del BCE, el sostén del euro, empleando como colchón el dinero de los contribuyentes europeos. Además, lo más grave es que este tipo de mecanismos desincentiva por completo la necesaria austeridad que precisan aplicar los estados. Una nueva huida hacia adelante a través de complejos mecanismos financieros, con la ventaja para los políticos de que no precisaría aprobación parlamentaria ya que el aval público –el dinero del EFSF– ya está disponible.
Por último, en caso de que no cuaje la idea, cabe recordar que el Fondo Monetario Internacional ya tiene su artillería preparada por si es preciso en última instancia, y también aquí Geithner, como representante de EEUU –principal contribuyente del Fondo–, tiene mucho que decir. No me extraña que Bruselas dé la bienvenida a Mr. Geithner.