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José T. Raga

Los ricos y el tufo

¿Se le ha olvidado al candidato Rubalcaba que su Gobierno, en el que era vicepresidente primero, subió los impuestos que pagan los pobres?

¿Qué tendrán los ricos que tanto obsesionan a la izquierda? O ¿qué tendrá la izquierda en su atractivo por los ricos? Se me ocurre que los ricos tienen aquello que la izquierda desea. Por ello, cuando lo consigue, deja de obsesionarse para pasar a protegerse junto al grupo al que ya pertenece.

De todas formas, lo que es cierto es que la izquierda, para contentar a su clientela de la que es cautiva, necesita mostrar aversión, inquina y persecución al rico –concepto sólo aleatoriamente definido– mostrando su voluntad de destruirle, de hacerle pagar por sus pecados –que sólo existen cuando en su riqueza han intervenido los gobiernos– y fustigarle a través de impuestos para disminuir su riqueza. O sea, impuestos confiscatorios, prohibidos por la Constitución (ya sé que esta referencia no es lo que más gusta a la izquierda, confiada en que le confiscarán su riqueza).

¿Qué alcance tiene, pues, ese reto del candidato del PSOE al del PP para incluir en el programa electoral el impuesto contra los ricos? Para mí, no pasa de sonar a tufo electoralista y, como tal, demagógico. Yo, ciudadano de a pie, sin afiliación a partido, que se siente libre y sin restricciones en el opinión, me sería imposible aceptar que don Alfredo trate de venderme un impuesto para que lo paguen los ricos.

¿Se le ha olvidado al candidato Rubalcaba que su Gobierno, en el que era vicepresidente primero, subió los impuestos que pagan los pobres? Es más, ¿que en el poco tiempo que resta de legislatura, no se renuncia a nuevas subidas del IVA, y de los impuestos especiales –combustibles y tabaco–?

El IVA y los impuestos especiales son impuestos regresivos, que gravan más a las rentas más bajas –los pobres– que a las rentas más altas –los ricos–; simplemente, porque los pobres dedican al consumo mayor porcentaje de sus rentas, del que dedican los ricos. Si por un momento renunciásemos a la demagogia –tarea verdaderamente difícil– sería mejor no haber subido el IVA –sobre todo si piensa que no solo del 16% pasó al 18%, sino que del 7%, aplicable a bienes esenciales, pasó al 8%–.

Se dirá que total, del siete al ocho no va más que un punto; eso es cierto, pero no lo es menos que un punto sobre siete equivale a un catorce por ciento más de impuesto que están pagando todos, pero fundamentalmente los pobres. El paso del dieciséis al dieciocho por ciento, un tipo de bienes en el que también el consumo de los ricos es significativo, supone simplemente un incremento del doce por ciento, con lo que el trato favorable a los ricos es bien evidente. Y esto lo ha hecho un Gobierno (el del PSOE) del que era miembro distinguido el candidato Rubalcaba.

Por eso les decía que me suponía un esfuerzo sobrehumano, oír, siquiera como quien oye llover, esas frases impregnadas de tufo demagógico. Es pedirme demasiado.

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