Aunque la contribución de Zapatero a la superación de la crisis económica ha sido nula en lo que respecta a Europa y perversa para España, el todavía presidente continúa presentándose ante el mundo como el gobernante que sabe qué es lo que hay que hacer en cada momento, razón por la cual debe ser escuchado con atención en los distintos foros internacionales en que participa como presidente del Gobierno de España.
Ajeno por completo al más elemental sentido del ridículo, Zapatero ha aprovechado su reunión con el primer ministro británico para ofrecer otra dosis de la retórica que ha caracterizado sus dos lamentables legislaturas al frente del gobierno español.
A estas alturas del desastre, el presidente del Ejecutivo de España ha anunciado al mundo que la recuperación de la crisis será "larga, dura y difícil", lo que no está mal para un personaje que negó su existencia por ineptitud y cálculo electoral hasta que ésta se convirtió en recesión y los efectos comenzaron a ser devastadores.
José Luis Rodríguez Zapatero ha sido el gobernante más nefasto en el manejo de una crisis financiera que su incompetencia ha extendido al resto de los órdenes sociales, pero esa realidad no le impide blasonar de egregio gestor cada vez que aparece en algún sarao internacional como ha ocurrido en su visita al Reino Unido.
En este caso concreto, resulta muy ilustrativa la manera en que el conservador Cameron y el socialista Zapatero han enfrentado los retos de sus respectivos países para superar las dificultades extremas de una recesión de dimensiones internacionales. Así, mientras el premier británico adoptó de inmediato medidas de contención del gasto público, muchas de ellas especialmente impopulares como las referidas al empleo público, sanidad o educación, Zapatero agravó las consecuencias de la crisis mediante sucesivos planes de gasto público con sus famosos "planes E" y decenas de otras iniciativas del mismo cariz destinadas a inyectar fondos estatales en distintos sectores.
El resultado es que España aumentó su déficit hasta el 11 por ciento del Producto Interior Bruto, a partir de lo cual las fatigas para encontrar financiación exterior no han hecho más que sucederse, obligando al contribuyente español a hacerse cargo de unos intereses desbordados por la escasa confianza que el Ejecutivo ofrece a los mercados de forma más que merecida.
Exhibir en estas circunstancias como una conquista meritoria y un ejemplo a seguir su deseo de rebajar hasta el 6% ese descuadre financiero, es algo sólo al alcance de un gobernante tan lamentable como el todavía presidente del Gobierno de España.
La salida de la crisis será "larga, dura y difícil" dice ZP, lo cual resulta en cierto sentido oportuno. Sería complicado encontrar tres adjetivos que definieran mejor su mandato.