Los burócratas europeos están en estos momentos exultantes por el acuerdo económico que va a permitir a Grecia continuar unos añitos más sin declararse en quiebra, que es la condición objetiva que arroja el balance de sus finanzas públicas. ¿El remedio? Pues seguir inyectando dinero en la tradicional ortodoxia keynesiana que sigue a pies juntillas el cotarro europeo, y eso a pesar de que los resultados de esta política están más que contrastados con el ejemplo griego como referente de su perversidad.
Zapatero es tal vez el más satisfecho con este segundo rescate griego, pues las condiciones extremadamente laxas que el Eurogrupo ha impuesto a los Papandreu y Karamanlis van a permitirle seguir vegetando los escasos meses que le quedan de mandato sin afrontar los graves problemas de nuestra economía.
Si las autoridades europeas se niegan a dejar quebrar a un país devastado por sus políticos como Grecia, mucho más lo harán con España, cuyo volumen hace imposible un rescate al modo griego teniendo en cuenta, además, que las primeras víctimas de un default español serían las instituciones financieras centroeuropeas, especialmente expuestas a nuestra deuda.
En todo caso, si este rescate sirviera únicamente para solventar circunstancias adversas coyunturales, con el compromiso de la clase política de revertir la espiral de gasto público que han alimentado durante todos estos años, los contribuyentes europeos podríamos también felicitarnos. Sin embargo, dado que la casta dirigente no piensa dejar de gastar lo que no es suyo, este segundo rescate va a servir más bien para confirmarla en el error y seguir con la fiesta keynesiana hasta que sea necesaria una tercera operación de salvamento, así que los que pagamos impuestos no estamos precisamente para tirar cohetes.
Los primeros efectos de esta segunda solución de emergencia a los problemas griegos ya se han hecho notar en la bolsa y en nuestro diferencial financiero. Por tanto, lejos de ahondar en la imprescindible disciplina de gasto y cortar de raíz el despilfarro autonómico, nuestros socialistas interpretarán que todo va bien, de hecho muy bien, y que no hay que preocuparse demasiado por la ruina que han provocado a todos los españoles puesto que en última instancia ya están el FMI, el FEEF y el BCE para condonarnos parte de los préstamos y mejorarnos las condiciones de amortización llegado el caso.
Si Zapatero está contento, los españoles deberíamos preocuparnos en la misma proporción. Hasta que no aprendamos de memoria esta sencilla equivalencia los sobresaltos continuos están garantizados.