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Carlos Rodríguez Braun

Democracia real ya

O bien el manifiesto rechaza el libre desarrollo personal, o bien cree que sólo somos libres cuando la sociedad nos somete. En el primer caso, engaña. En el segundo, hiela la sangre.

El manifiesto de "Democracia real ya" subraya que sus firmantes y partidarios no tienen color político: sólo quieren democracia. Pero su democracia se basa en que la gente no pueda elegir.

Esto dicen: "Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas. Existen unos derechos básicos que deberían estar cubiertos en estas sociedades: derecho a la vivienda, al trabajo, a la cultura, a la salud, a la educación, a la participación política, al libre desarrollo personal, y derecho al consumo de los bienes necesarios para una vida sana y feliz".

El manifiesto es imperativo: hay derechos básicos que "deberían estar cubiertos" y prioridades sociales que "han de ser". Nótese que así se han edificado las democracias modernas, cuya presión fiscal ya es históricamente elevada. Si a los redactores del manifiesto les parece que la democracia que tenemos no es real, la conclusión es que desean que el nivel de coacción política y legislativa que ya experimentan los ciudadanos aumente de modo apreciable. Es evidente que cuando hablan de derecho a la vivienda, la salud, la educación o el consumo de bienes "necesarios", no se están refiriendo a que los ciudadanos libremente paguen con sus propios recursos esos bienes y servicios. Si no se están refiriendo a eso, sólo pueden referirse a que el poder forzará a la población a que los pague. La "democracia real ya" no puede, por tanto, querer decir menos impuestos, controles, multas y prohibiciones, sino más. Su idea de la democracia, en consecuencia, estriba en que la gente no elija.

Dirá usted: ¡pero si apoya el "libre desarrollo personal"!

Es cierto, y resulta llamativo. Tanto este párrafo como el conjunto del manifiesto reprochan a los seres humanos libres, consideran que los objetivos de prosperidad de las personas son inmorales, empobrecedores y destruyen el planeta. Todo el manifiesto apunta a restringir más el libre desarrollo personal y también los contratos voluntarios, porque específicamente se ataca el mercado y se prima la coacción de la colectividad sobre el individuo.

En conclusión, o bien el manifiesto rechaza el libre desarrollo personal, o bien cree que sólo somos libres cuando la sociedad nos somete. En el primer caso, engaña. En el segundo, hiela la sangre.

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