A lo largo de su difícil historia, el pueblo judío ha podido salir adelante económicamente e, incluso, prosperar. Llegaron a ser exitosos comerciantes, médicos y financieros, y ocuparon importantes puestos en las administraciones. Las continuas persecuciones que sufrieron dañaron su prestigio y les hicieron perder riquezas materiales, pero no pudieron destruir su activo más valioso: los conocimientos teóricos y prácticos, destrezas y habilidades (lo que los economistas llaman capital humano).
Tras casi 2.000 años de Diáspora, a principios de siglo XX los primeros judíos sionistas se establecieron en Palestina, donde formaron las primeras comunidades agrarias colectivas (kibutz) que más tarde jugarían un papel importante en el nacimiento del Estado de Israel en 1948.
Estas comunidades pusieron los primeros cimientos del futuro Israel, gracias a su enorme trabajo, dedicación y devoción por el ideal sionista. A pesar de su ideología y de su forma de organización socialista, los promotores de estos movimientos se caracterizaron por su pragmatismo y no por su dogmatismo.
Así, buena parte de los kibutz se han transformado y abierto hacia el mercado y la propiedad privada durante las últimas décadas. Muchos se han convertido en empresas cooperativas privadas y algunos incluso cotizan en los mercados de valores. Recientemente uno de estos kibutz, dedicado a la producción de lentes multifocales, vendió a la compañía óptica más grande del mundo, Essilor, la mitad de su fábrica por 37’5 millones de dólares, convirtiéndose en el kibutz más rico de Israel.
Dos mentalidades económicas: estatismo vs. liberalismo
El economista Milton Friedman resumió sus impresiones acerca de su primera visita a Israel en 1962 contraponiendo las dos tradiciones enfrentadas que coexistían en el país. Por un lado, una tradición moderna de confianza en el gobierno paternalista y rechazo del libre mercado. Y por otro, una tradición antigua surgida por las necesidades de la Diáspora y caracterizada por la responsabilidad individual y la cooperación voluntaria; la habilidad de sortear los controles gubernamentales y usar el ingenio judío para aprovechar oportunidades de negocio.
Desde la segunda mitad de la década de 1980, momento en que comenzó una importante oleada de privatizaciones, la segunda tradición parece haber dominado la política económica del gobierno israelí, abandonando años de políticas socialistas. Las políticas pro-mercado implementadas por Benjamin Netanyahu como ministro de Finanzas en 2003, tras una recesión de dos años, encajan en esta línea.
Estas políticas fueron los primeros pasos del objetivo declarado de convertir a Israel en el Hong-Kong del Oriente Medio por su excepcional libertad económica y prosperidad. Estos primeros pasos consiguieron liberalizar la economía, reducir la regulación y la intervención estatal, además de revertir una peligrosa tendencia hacia la quiebra del Estado. Según el think-tank Jerusalem Institute for Market Studies (JIMS) en declaraciones a Libre Mercado, "las reformas de Netanyahu no sólo salvaron a la economía de Israel de la insolvencia, sino que también la pusieron en el camino hacia el crecimiento sostenido". Desde 2003 a 2009, el PIB creció a una media anual del 4%.
Los analistas coinciden en señalar el carácter emprendedor e innovador de la economía israelí y su buen aprovechamiento de las oportunidades que genera la globalización. Para el emprendedor Martin Varsavsky, la clave del éxito reside en "el espíritu emprendedor del pueblo israelí y el apoyo del gobierno que entiende y promueve este espíritu". Según el JIMS, el hecho de que estén representadas alrededor de 70 nacionalidades en el país y de que la mayoría de los israelíes sean inmigrantes o nacidos de inmigrantes les hace más dinámicos, innovadores e inclinados a abrir negocios y arriesgarse. "Cada grupo de inmigrantes trae con ellos un conocimiento especial que luego convierten en una oportunidad económica". Otros expertos apuntan a factores culturales que favorecen la toma de riesgos y la perspicacia empresarial, debidos a la peculiar historia del pueblo de Israel o a la experiencia del ejército por la que casi todos los jóvenes tienen que pasar.
'Doing business'
La estabilidad y adecuación de las reglas del juego (marco institucional favorable a las actividades productivas) son otro factor que juega a favor del dinamismo del sector privado de Israel. Así, en el indicador Doing Business del Banco Mundial –que clasifica 183 países según su mayor o menor facilidad para hacer negocios-, Israel está en el lugar 29 de 183 países, muy próxima de Suiza u Holanda (España, en cambio, se sitúa en el lugar 49). Como ya relató el gerente de Ex -Sight Elazar Lozano a Libre Mercado, las trabas burocráticas y administrativas a los emprendedores e innovadores en Israel son ridículas en comparación con España.
Y lo que es más, desde las autoridades públicas se trata de mimar a los emprendedores con gestos inusuales en otras partes del mundo. Recientemente el gobernador del Banco Central de Israel, Stanley Fischer –reputado académico y anterior alto cargo del FMI-, fue a hablar a un evento de pequeños emprendedores israelíes (juntados en un garaje destartalado) donde les agradeció por su labor y esfuerzo a la hora de generar riqueza, innovación y empleo.
Por todas estas razones, Israel es uno de los centros de innovación más importantes en el mundo. Los datos no dejan lugar a la duda: Israel, con sólo 7 millones y medio de habitantes, tiene más start-ups (compañías de reciente creación con gran potencial de crecimiento normalmente vinculadas a sectores de alta tecnología) cotizadas en el índice bursátil tecnológico Nasdaq que todos los países europeos juntos. No en vano, el libro reciente más conocido sobre la economía israelí se titula Start-up Nation: The Story of Israel’s Economic Miracle (Una nación de start-ups: La historia del milagro económico de Israel). Además, su industria de capital riesgo (venture capital) es una de las más importantes del mundo.
La recesión
Desde el punto de vista de la coyuntura de corto plazo, las cosas parecen marchar realmente bien, al no haber sufrido una recesión tan profunda como en otros países. De hecho, el Banco de Israel fue el primer banco central del mundo desarrollado que subió los tipos de interés al advertir signos de recuperación económica.
Según datos del Fondo Monetario Internacional, la economía de Israel creció por encima del 4’5% en 2010, y se estima que crezca en 2011 y 2012 por encima del 3’5% (en España, en contraste, la economía se contrajo un 0’1% en 2010, y se estima que crezca un 0’8 en 2011 y un 1’6 en 2012). Asimismo, su tasa de desempleo permanece considerablemente baja, tan solo el 5’8% en el último mes de Junio de 2011, mientras que el pasado año era del 6,7%. No obstante, en la economía israelí persisten problemas y amenazas que no deben olvidarse, y a los que haremos referencia en los próximos días.