Poco parece que le ha durado a Rajoy su compromiso de austeridad y transparencia con el que hace escasamente una semana nos anunciaba una serie de medidas destinadas tanto a embridar el gasto autonómico y municipal como a conocer cuál es el estado real de las cuentas de los ayuntamientos y autonomías que el PP va a pasar a gobernar. Según nos informa este jueves El Mundo, citando fuentes del PP, Rajoy habría acordado el pasado martes con la vicepresidenta Salgado evitar críticas a las cuentas autonómicas que siembren desconfianza en los mercados, por lo que el líder de la oposición se habría comprometido a no hablar de déficits ocultos ni avalar declaraciones que provoquen "alarma injustificada".
Hay que ver la facilidad que todavía tiene el Gobierno para neutralizar la crítica del PP y hasta la de los medios de centroderecha. Han bastado que unos cuantos dirigentes del PSOE, el Gran Wyoming y unos cuantos editoriales de la prensa progubernamental digan que el problema no es el mal estado de nuestras cuentas sino que el PP lo denuncie, para que, en menos de una semana, pasemos de las anunciadas auditorías al pacto de silencio, para que lo alarmante pase a ser alarmista y para que el problema ya no esté en el descontrolado gasto autonómico sino en el hecho de que se llegue a saber hasta qué punto lo está.
Interiorizando la neutralizante propaganda socialista, pero también siendo conscientes de que muchas comunidades gobernadas por el PP no son modelos de control del gasto, fuentes del PP citadas por El Mundo coinciden ahora con Salgado y el Gobierno en lo de la "alarma injustificada", sobre la base de que, "si bien todas las comunidades autónomas están atravesando una situación difícil, ninguna llega al problema de Grecia".
Para empezar, aquí quien está atravesando una situación difícil son los ciudadanos, que tienen que soportar el despilfarro de unas autonomías que se resisten a ajustarse el cinturón, a pesar de lo cual siguen dejando a deber cantidades millonarias a los proveedores. Pero lo más delirante es ese aire de "responsabilidad" que se pretende dar a esta bajada del diapasón en la critica al déficit autonómico o que se tilde de "injustificada" la alarma sobre la base de que ninguna de nuestras comunidades está en la situación de Grecia. Si esto es así, razón de más para que haya luz y taquígrafos. No olvidemos que si Grecia está como está es precisamente porque se han mantenido durante años ocultos unos déficits con el objetivo de no alarmar a los mercados. Pero, como ya decía Ortega, toda realidad ignorada prepara su venganza.
Aunque la trasparencia en las cuentas públicas nos informara de que el problema del déficit autonómico es aun mayor del que parece, y esto se tradujera en un aun mayor encarecimiento de nuestra deuda, esto se contrarrestaría con la imagen de un partido político que pronto va a formar gobierno dispuesto a coger el toro por los cuernos. No hay nada que agrave más un problema que la renuencia a aceptar su existencia. Eso por no hablar de que la solución no pasa por que las administraciones se puedan endeudar a un precio más barato, sino por que las administraciones públicas dejen de una puñetera vez de endeudarse. De lo que se tienen que convencer de una vez en el PSOE y en el PP es de que las administraciones públicas tienen que ajustarse a sus ingresos, sin huir de su realidad vía endeudamiento. Y esa irresponsable renuencia es la que causa una alarma imposible de ocultar.