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CEOE y sindicatos rompen la negociación sobre la reforma de los convenios

El Gobierno aprobará la nueva regulación el próximo 10 de junio. La patronal y los sindicatos se acusan mutuamente de falta de valentía.

Los sindicatos y la patronal han roto este jueves por la tarde el proceso de negociación colectiva. CCOO y UGT estaban a la espera de que la CEOE les remitiera una nueva propuesta de reforma de la negociación colectiva, puesto que los sindicatos consideraban "inasumible" el último documento de la patronal. Sin embargo, no se ha producido ese último intento de salvar las negociaciones y ambas partes han decidido dar por rota el diálogo.

De esta manera, un año después del comienzo del proceso de reforma laboral, patronal y sindicatos han roto este jueves las negociaciones sobre los convenios colectivos. Ahora será el Gobierno el que tendrá que regular la cuestión y ha asegurado que lo hará el próximo viernes 10 de junio, aunque todavía no se sabe en qué sentido lo hará.

Durante todo este tiempo, el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero ha parecido obsesionado con lograr el pacto social en esta cuestión y ha repetido hasta la extenuación que el consenso era imprescindible. La foto con sindicatos y empresarios en las puertas de Moncloa parecía el único objetivo. Como si un Gobierno no tuviera competencias para regular sobre el mercado laboral y ésta fuera una cuestión que debe dejarse siempre en manos de los llamados agentes sociales. Ahora, a Valeriano Gómez le toca mojarse. Eso sí, se han perdido más de 16 meses y España tiene una tasa de paro que dobla la media europea.

La ruptura de las negociaciones

La clave en la ruptura de la negociación colectiva ha sido el rechazo de la CEOE a admitir las condiciones de los sindicatos. Durante unas semanas pareció que la patronal aceptaría un acuerdo de mínimos con los sindicatos, que dejaría sin tocar los aspectos clave de la negociación colectiva.

Sin embargo, finalmente la Ejecutiva de Rosell le pidió que no firmase a no ser que se alcanzasen unos mínimos, centrados en la flexibilidad para que las empresas pudieran descolgarse de los convenios colectivos y en la capacidad de las empresas de organizarse internamente sin tener que pedir permiso a los sindicatos o ceñirse al convenio colectivo de su sector.

En las ruedas de prensa que han mantenido los sindicatos y la patronal este jueves por la tarde, ambas partes se han acusado mutuamente de falta de valentía. De esta manera, Juan Rosell, presidente de la CEOE ha dicho que quizás su organización ha sido demasiado ambiciosa (hay que entender que ha intentado romper el control sindical sobre las relaciones laborales) e incluso ha llegado a decir que "la música de la flexibilidad sí ha sonado", pero no se han puesto de acuerdo en la letra. Mientras, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo insinuaban que su interlocutor no se atrevió a dar el paso para llegar a un acuerdo por miedo a la contestación de su propia organización. En este sentido, han puesto como ejemplo que una cuestión clave que determinó la ruptura de las negociaciones fue la intención de la patronal de que los convenios no se aplicasen a los mandos intermedios (un tercio de los trabajadores), algo que según los sindicatos ya se había desestimado en pasos anteriores.

El momento clave en todo este proceso se produjo unos días antes de las elecciones del 22 de mayo, CEOE pidió más tiempo y que se aplazasen los encuentros hasta después de los comicios. Según la versión sindical, a la vuelta a la mesa de negociación, la patronal trajo unas condiciones mucho más duras (léase más flexibilidad en el mercado laboral) que han hecho imposible el pacto.

¿Qué pasará?

Ahora la pelota está en el mercado del Gobierno. El ministro de Trabajo ha asegurado en varias ocasiones que la nueva regulación se basará en los puntos en los que ha habido acuerdo.

Básicamente hay dos temas sobre los que se llegó a un documento de consenso: las mutuas y el absentismo. Según lo pactado, las empresas tendrán más posibilidades de control para evitar que los españoles sean los europeos que más horas de trabajo pierden al cabo del año por enfermedad. Pero incluso en este tema, los sindicatos ya han asegurado que no se sienten obligados a respetar el acuerdo y que la negociación era global, por lo que su ruptura alcanza a todos los puntos.

Las insinuaciones del Gobierno van en la línea de que será uno de los documentos presentado por la patronal, y que estuvo cerca de ser aceptado por los sindicatos, el que formará la base de la nueva regulación. Parece difícil que estos cambios lleguen a tocar la cuestión clave: ¿quién decidirá cómo se organiza una empresa y cómo es la relación laboral entre empresario y trabajador? ¿Seguirán siendo los sindicatos mayoritarios a través de la negociación colectiva? ¿O se permitirá al mercado laboral organizarse en función de las necesidades de sus agentes?

Un año muy largo

Desde hace muchos años, numerosos expertos han señalado a la negociación colectiva como el elemento clave (en el mal sentido) del mercado laboral español. Los cinco millones de parados son una demostración palpable de que algo falla en la regulación actual, una de las más rígidas del mundo, según todos los estudios sobre la materia. Pero esa cuestión adquirió una mayor actualidad cuando se hicieron patentes los peores efectos de la crisis. Hace ya dos años, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, pidió que se acabase con el sistema de convenios colectivos, para dinamizar el mercado laboral, y sus palabras fueron saludadas con grandes críticas (incluso algunas descalificaciones) desde los sindicatos.

La reforma laboral se comenzó a gestar en la primavera del año pasado, tras el tijeretazo, y en gran parte debido a las presiones que llegaban de Bruselas. Había dos temas clave: el coste del despido y la negociación colectiva. El primero se tocó muy ligeramente (mucho menos de lo que se había anunciado) en septiembre. Sobre el segundo, se han dado largas una vez tras otras. A comienzos de este año, el Gobierno firmó el Pacto Social en Moncloa con los sindicatos y los empresarios y anunció que se comenzaban las negociaciones en serio para alcanzar un acuerdo en la materia. Tres meses después, estas conversaciones han quedado detenidas. Ahora, será el Ejecutivo el que tenga que tomar cartas en el asunto.

El resumen es que un año después de que se comenzase a hablar de reforma laboral, sigue sin aprobarse ninguna modificación legal sobre el eje sobre el que gira el mercado de trabajo en España. Se han sucedido las noticias sobre un principio de acuerdo, que finalmente no llegaba; sobre pactos parciales; y el Gobierno ha avisado en numerosas ocasiones de que regularía si no había acuerdo pero era preferible que se consiguiese. Ha sido una historia casi interminable que se dirimía en gran parte en las páginas de los periódicos. Y tras todo este tiempo, finalmente no se llega a ninguna conclusión. Eso sí, el número de desempleados casi llega a los cinco millones. Y la tasa de paro supera con holgura el 20%. Pero a lo largo de todo este proceso, nadie parecía tener prisa.

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