Las distintas administraciones gastan al año miles de millones de euros para las llamadas "políticas activas de empleo", que tienen en la formación a uno de sus principales pilares. Como es suficientemente conocido, los cursos para desempleados son hoy una industria boyante que se financia con dinero público sean cuales sean los resultados de tan brutal inversión, por cierto, más que modestos a tenor de todos los indicadores.
Ajenos a toda evidencia, el Gobierno, las comunidades autónomas y hasta los ayuntamientos siguen repartiendo dinero en abundancia para realizar cursos al margen de que los presuntos alumnos asistan a ellos o no, pero el organismo que con más ahínco dilapida el dinero público en esta materia es, como todo el mundo sabe, el Servicio Andaluz de Empleo, fondo de reptiles aparte. Y para prueba sólo hay que mirar este botón publicado en el boletín oficial de Andalucía, por el que se concede una subvención de más de 20 millones de euros para "formar" exclusivamente a los antiguos empleados de la multinacional Delphi.
El órgano elegido para administrar estos tres mil quinientos millones de pesetas es la FUECA (Fundación Universidad Empresa de Cádiz), fundación vinculada a la Universidad de Cádiz en la que participan organizaciones empresariales, profesionales y diversas instituciones públicas, cuyos integrantes decidirán a partir de ahora de qué forma se gastan esos veinte millones de euros financiados por los andaluces industriosos, que no son precisamente la mayoría.
Una subvención que por su cuantía ha tenido que ser aprobada expresamente por Griñán y el resto de los miembros del Consejo de Gobierno de la comunidad autónoma, de forma que el dineral se concede directamente fuera del circuito normal de subvenciones para estos fines, por lo que no está sometiodo a los requisitos de publicidad, igualdad y libre concurrencia.
Los ERE andaluces están tan desprestigiados que la Junta prefiere canalizar ahora ese enorme caudal que maneja el Servicio Andaluz de Empleo a través de organismos especializados en formación. Son, como la FUECA que hoy traemos a colación, organizaciones sin ánimo de lucro, pero viendo cómo se administran los fondos públicos en Andalucía, mucho nos tememos que eso no sea precisamente una garantía.