El famoso inversor Jim Rogers lleva tiempo advirtiendo de que las reservas de alimentos no habían estado tan bajas en décadas y que los precios van a aumentar mucho en los próximos años. El tiempo parece que le está dando la razón.
Como ha explicado Juan Ramón Rallo, la teoría austríaca del ciclo económico explica este encarecimiento: "Asistimos a una infraprovisión de [...] materias primas. La actuación concertada de los bancos centrales en 2007 para tratar de frenar la entrada en la fase de liquidación sólo provocó que el precio de las materias primas continuara aumentando". Manteniendo el crédito tan barato, la adquisición de materias primas va en aumento y, como una avalancha, va ganando fuerza a medida que se le añaden nuevas presiones al alza de los precios.
Efectivamente, aparte de otras variables ya analizadas, las grandes cantidades de crédito barato que la Reserva Federal de EEUU (FED) ha inyectado en los mercados mundiales están directamente relacionadas con las recientes subidas de los precios de las commodities (materias primas). Y el encarecimiento de las materias primas alimentarias, en concreto, se relaciona, a su vez, con las tensiones sociales en diversos países árabes.
Tratando de acallar críticas, en abril, un estudio de la FED concluía que no había pruebas para afirmar que "las compras de activos a gran escala por parte de la Reserva Federal alimentaran la subida en los precios de las materias primas". Ese análisis se centraba en variaciones diarias de precios, pero análisis menos parciales en los que se tiene en cuenta la tendencia a lo largo de los meses muestran una correlación R2 cercana al 90%. Asimismo, un informe del Banco Central de Japón (BoJ) vinculaba la subida de precios a nivel mundial con las políticas monetarias expansivas de la gran banca central.
En el caso concreto de la correlación del Quantitative Easing (QE) de la FED (compra directa de activos y deuda pública) con el precio de los alimentos, el gráfico es muy similar. Puede apreciarse claramente cómo la estabilidad acaba el verano de 2010, cuando empieza la QE2 (el segundo programa de compras), momento en el que vuelven a subir los precios de los alimentos al ritmo que aumenta la adquisición de bonos gubernamentales por parte de la FED.
La parte buena sería que si el mes que viene, efectivamente, la Reserva Federal da por terminado el QE2, la tensión alcista sobre los precios de los alimentos debería aliviarse.
Precios del trigo y revoluciones
Por supuesto, el precio de los alimentos, por sí sólo, no explica las tensiones sociales. Pero mientras en los países desarrollados los hogares suelen dedicar, aproximadamente, un 10% de su renta a la alimentación, en los países menos desarrollados este porcentaje es mucho mayor. En Marruecos, por ejemplo, la alimentación acapara el 63% del gasto doméstico. Aumentos de dos dígitos en los precios de los alimentos pueden llevar a gran parte de la población a situaciones insostenibles.
Paul Mason comenta el siguiente gráfico elaborado por economistas de Barings Asset Management: "Las cruces azules indican el precio del trigo en varios países que han experimentado tensiones sociales este año. Cuanto más arriba y a la derecha está la cruz, más elevada es la subida del precio que ha sufrido el país a medio y corto plazo: para el trigo y, por lo tanto, para el pan".
Para poner estos datos en perspectiva, sobre el mismo gráfico se han superpuesto los datos de países europeos en la década de 1840. Igual que en los casos actuales, cuanto más arriba a la derecha, es decir, cuanto más marcadas fueron las subidas del precio del trigo más violentos fueron los cambios sociales. Como admite Mason, los precios de los alimentos no "fueron en modo alguno el único factor causante de las revoluciones de 1848 o las de hoy, pero son claramente factores que contribuyen".
Dos índices
El Índice de Precios Alimentarios elaborado por el Banco Mundial sigue cercano a los máximos de 2008, según su último informe de abril. En marzo, el incremento interanual fue del 36%. Por alimentos: el maíz se encareció un 74%, el trigo un 69%, la soja un 36% y el azúcar un 21%.
El índice de precios de alimentos elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en febrero aumentó un 2,2%, lo que representa un máximo histórico, tanto en términos nominales como reales, de este índice, que cuenta ya con dos décadas de historia.
A la política de la Reserva Federal se le han venido a sumar diversos factores, tanto por el lado de la oferta como por el de la demanda, que agravan la situación.
Creciente demanda
Por el lado de la demanda, el motivo principal no es tanto el aumento de la población mundial en sí, como su enriquecimiento, que ha permitido a muchos millones de personas ampliar su dieta, principalmente consumiendo más carne. Puesto que el ganado consume cereales, la mayor demanda de carne aumenta, a su vez, la demanda de cereales. Uno de los países donde más se ha notado este cambio es China, que consume ya casi el doble de carne que los Estados Unidos.
Mal tiempo, malas cosechas
Por el lado de la oferta, ha habido todo tipo de shocks. Durante la segunda mitad del año pasado las condiciones climatológicas adversas perjudicaron a varios exportadores importantes de cereales: la Federación Rusa, Kazajstán, Canadá y Australia. De hecho, Rusia ha estado importando cereales para alimentar a su ganadería hasta que llegue la primavera.
Proteccionismo
Cuando en 2008 los precios alcanzaron sus máximos diversos gobiernos decidieron imponer restricciones a las exportaciones, realimentando así las presiones al alza de los precios en los mercados internacionales. Fue el caso de Rusia, que llegó a prohibir la exportación de trigo.
El profesor David Dapice explica el resultado de estas políticas: "Los precios mundiales aumentan más al no conseguir la demanda ajustarse -aunque sea comiendo menos carne- debido a los subsidios. El suministro a otros países cae al acabarse las exportaciones, provocando que muchos importadores acaparen más alimentos y empujando a algunos países hacia la autosuficiencia debido a la percepción de que el mercado mundial de alimentos no es fiable".
Reducción de reservas y especulación
Pero además de la oferta y la demanda hay que tener en cuenta la cantidad de reservas acumuladas. Y ésta ha variado mucho en las últimas décadas por diferentes motivos. Durante la pasada década, la demanda de alimentos ha crecido más que la oferta, reduciéndose así muy significativamente los stocks.
Además, hasta hace poco, las políticas de Estados Unidos y Europa para subsidiar sus sectores agrícolas producían enormes reservas de maíz y trigo. Esto se debía a que los estados compraban la mercancía y almacenaban los excedentes. Pero hoy en día es más común subvencionar a los productores agrícolas mediante transferencias directas. Un efecto positivo de esas reservas era que aseguraban un suministro estable, lo cual se reflejaba en los precios. Pero ahora, sin esas reservas, cuando se produce un desastre inesperado el encarecimiento es más rápido.
Según Abdolreza Abbassian, un economista de la FAO, "lo que hemos conseguido es un mercado mundial cada vez más apretado, sin mucho amortiguador". Y añade que "sin amortiguador, tienes volatilidad. Es así de simple".
Sin embargo, acaparar reservas bien puede considerarse de por sí una presión al alza sobre los precios presentes. Y cuando, en situaciones como la actual, un estado decide aumentar sus reservas, lejos de alabarle por contribuir a la estabilidad de precios con su "amortiguador", se le suele acusar de contribuir a la inflación. Es el caso de China que, según Dapice, "temiendo un dólar débil, decidió mantener reservas en alimentos en vez de en deuda del Tesoro americano".
Dapice también señala la especulación por parte de empresas estatales con acceso a crédito barato: "Si los bajos tipos de interés están causando inflación, es debido a las compras especulativas de materias primas más que a su uso".
Encarecimiento del petróleo
Otro factor que contribuye al alza de los alimentos es el precio del petróleo, que lo hace, además, tanto por el lado de la oferta como por el de la demanda. El crudo se encareció un 10,3% en marzo. Durante el primer trimestre, un 21%. Y un 36% respecto al mismo mes del año pasado.
Según el Banco Mundial, un incremento del 10% en el precio del crudo se corresponde con un aumento del 2,7% en su Índice de Precios Alimentarios. Esto se debe a varios motivos:
1. Cuando aumenta el precio del petróleo, se hace más atractivo el uso de maíz, aceite vegetal y azúcar para producir biocombustibles. Entonces, la cantidad de estos productos que llega al mercado de alimentos queda reducida, aumentando así su precio. Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, el maíz destinado a los biocombustibles representaba el 31% de la producción total en 2008-2009 y se calcula que será del 40% en el bienio 2010-2011.
Los 119 millones de toneladas de maíz que produjo Estados Unidos en 2009 para fabricar biocombustibles habrían podido alimentar a 350 millones de personas durante un año. Cabe observar que se trata de un mercado enormemente influenciado por los subsidios y ayudas que recibe de los gobiernos. Por ello, la demanda es artificialmente inelástica al precio, es decir, la demanda puede mantenerse muy fuerte a pesar de que suban muchos los precios porque se financia en buena medida con dinero público.
2. El aumento del precio de la energía repercute en los costes que soportan los productores de alimentos a través de mayores precios de los fertilizantes, y costes de riegos, entre otros.
3. El precio del combustible también afecta al coste del transporte de los alimentos hasta los mercados.
En los países pobres se encarecen más los alimentos
El Banco Mundial ha constatado, basándose en datos de 46 países, que los países con rentas bajas y medianas han experimentado en los alimentos un encarecimiento mayor que los países con rentas más altas. Caben dos explicaciones:
1. Los países pobres no son capaces de absorber las fluctuaciones de los precios de los alimentos básicos (materias primas), mientras que los minoristas de los países más ricos disponen de márgenes mayores porque los precios de los alimentos básicos constituyen una pequeña porción del precio de los alimentos procesados.
Así, en Estados Unidos el año pasado los precios de los alimentos subieron un 2% a pesar de que los incrementos de los precios mundiales de trigo, maíz y azúcar fueron mucho mayores. Según Abbassian, "si comes una rebanada de pan en Occidente, el 2% del precio puede deberse al precio de la harina de trigo. En los países en vías de desarrollo, es el 70%".
2. Los gobiernos de los países pobres tienen una capacidad limitada para proteger a los consumidores frente al aumento de los precios en los mercados internacionales.
Los cereales en los países árabes
De entre los países más afectados por la crisis alimentaria destacan los países árabes. Son los mayores importadores netos de cereales del mundo con un total de 66 millones de toneladas métricas en 2010. Por el lado de la demanda, se trata de países cuya población aumenta en número y capacidad adquisitiva. Por el lado de la oferta, la escasez de agua y de tierra arable dificulta la producción nacional.
Jordania, por ejemplo, ha de importar todo el trigo que consume y toda la fruta. Y en Arabia Saudita, la producción de trigo entre 2007 y 2010 cayó más de un 66% debido a la disminución de las zonas irrigadas y, según Foreign Policy, es de esperar que en 2012 desaparezca por completo. Otros países de la zona, como Siria, Irak y Yemen, están viendo igualmente como menguan sus zonas irrigadas.
Por si fuera poco, estos países que tanto dependen de las importaciones de alimentos tienen dificultades añadidas en este sector. Según el Banco Mundial, los costes logísticos son especialmente elevados. Así, sumando los costes portuarios, transporte terrestre, almacenamiento, gestión, pérdidas de producto y costes de capital, para el trigo el coste logístico es de 36 dólares por tonelada mientras en Holanda son 18, justo la mitad.
En consecuencia, estos países han experimentado en el último año importantes aumentos en el precio de los alimentos; aumentos, en algunos casos de dos dígitos: en Irán se han encarecido un 26%, en Egipto un 19% y en Siria un 12%.
En conclusión, las políticas monetarias de crédito barato favorecen el acaparamiento especulativo de alimentos, encareciendo así los precios. Las malas cosechas, el crecimiento de la demanda debido a la mejora económica de parte de la población mundial, las políticas proteccionistas, las subvenciones a los biocombustibles, el encarecimiento del petróleo y diversas particularidades locales en varios países agravan la crisis alimentaria.
Y ante estas dificultades, los países menos desarrollados no sólo son más vulnerables por depender más del mercado mundial, a la vez que tienen menos recursos económicos para poder importar, sino que, además, sufren otras dificultades como un sistema logístico ineficiente.