"El empleo neto creado desde 1998 haya sido de sólo 3,1 millones de puestos de trabajo, 1,7 millones en el sector público y el privado oferente de servicios sociales, y 1,4 millones en el sector privado directamente productivo". Esta frase de Alberto Recarte, en su artículo sobre el Pasado y presente del desempleo en España, quizás sea la mejor radiografía del estado actual de la economía nacional.
A lo largo de una década, los poderes públicos derrocharon los ingresos provenientes de una economía en crecimiento. Es un gasto que, una vez que se acabaron las alegrías de la etapa boyante, no se ha podido sostener y ha llevado a los números rojos a la práctica totalidad de las administraciones españolas.
De hecho, la sensación es que España ha desaprovechado el impulso adquirido en la segunda mitad de los años noventa. Como explica Recarte, desde entonces se han incorporado al mercado laboral 9,2 millones de personas. En números y porcentajes sobre la población activa, la evolución en el periodo 1998-primer trimestre de 2011 ha sido la siguiente:
"Parados en diciembre de 1998: 3.000.000 personas (18,1% de la población activa)
Nacionales incorporados al mercado de trabajo en ese período: 1.500.000 personas
Inmigrantes activos: 4.700.000 personas
Total: 9.200.000 personas
La situación laboral de esos 9,2 millones de personas en el primer trimestre de 2011 es la siguiente:
1. Ocupados: 3.100.000 millones
2. Parados: 5.000.000 millones
3. No activos, o economía sumergida o emigrados: 1.100.000 personas".
Por lo tanto, España apenas ha sido capaz de crear 3,1 millones de puestos de trabajo en los últimos trece años, de los que sólo 1,4 han salido del sector privado.
Evidentemente, este tipo de políticas tienen sus consecuencias directas sobre la economía. Ya hay casi tantos empleados públicos como empresarios. En particular, es especialmente llamativa la evolución de la plantilla de las comunidades autónomas, que se ha duplicado en la última década.
