Durante años, las más diversas instancias políticas han intentado mentir a la opinión pública norteamericana en relación con lo que sucede en España. ETA asesinaba, pero el lobby de los nacionalistas vascos se camelaba a las autoridades de Nevada por eso de que hubo ovejeros vizcaínos que se asentaron en el estado a inicios del s. XX y, al parecer, eso justificaba el tiro en la nuca o la bomba. El nacionalismo catalán desbordaba más que de sobra el marco de la constitución, pero aquí la prensa decía que los catalanes –así, todos y cada uno de ellos– sólo querían un Estado federal como los Estados Unidos, es decir, exactamente todo lo contrario de lo que persiguen desde la Transición.
Son sólo dos ejemplos, pero más que significativos. Han sido los siete años de ZP los que han provocado una alteración absoluta de esa visión. La gestión económica del Gobierno español ha resultado tan nefasta que ha llevado al euro a una situación límite con las consecuencias que semejante circunstancia tiene incluso para los norteamericanos. Y, presionados por una realidad económica pésima, los medios de comunicación han comenzado a informar de una manera muy distinta sobre España. De entrada, ZP ha ido apareciendo como un verdadero peligro no sólo para los españoles sino también para la Unión Europea y, de rebote, para los mismísimos granjeros de Oregón. Luego el análisis se ha ido profundizando para llegar poco a poco a la conclusión de que el sistema de administración territorial que hay en España es un verdadero disparate y la causa de casi todos los males que afligen a la nación.
Por último, se ha llegado al fondo del vaso para ver que el nacionalismo catalán es origen directo de males sin cuento. La última ocasión ha sido una información publicada en el Financial Times esta semana –un medio que últimamente atiza a ZP y al sistema autonómico cada dos por tres– donde, dentro de los dislates que ha sufrido España en los últimos años, menciona de forma expresa la aniquilación del Plan Hidrológico Nacional. ¿Quién iba a decirnos que una de las primeras tropelías cometidas por el nacionalismo catalán en comandita con ZP –preferir que el agua del Ebro diera en el mar a que sirviera para regar las huertas de Valencia, Murcia y Almería– la iba a descubrir el Financial Times años después relacionándola correctamente con que España se encuentre en el borde del abismo? Pues así está resultando. Y es que como dijo Jesús: lo que se habló en la soledad de las habitaciones lo acabarán gritando desde las azoteas... o desde los medios especializados.