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Ignacio Moncada

Zapatero, un desastre para España

El legado de Zapatero es una España arruinada en lo económico y deshilachada en lo social. No sólo deja atrás un país con casi cinco millones de parados, estancamiento económico y alto riesgo de quiebra soberana.

Zapatero dijo que, con respecto a su futuro, haría lo mejor para España. En el fondo debió de ser un arrebato de sinceridad subconsciente, pues cuando llegó la fecha indicada, el 2 de abril, anunció que no volvería a presentarse a las elecciones. Que se iba, vamos, que con lo que ha hecho en ocho años ya se da por satisfecho. Fue un ataque de sinceridad, decía, porque es verdad que no hay nada mejor que pueda hacer Zapatero por los españoles que poner rumbo a León, y dedicar todos sus esfuerzos a la pesca con mosca ahogada. Hay que admitir que para un político debe de ser duro de anunciar, pues es equivalente a admitir que su presidencia ha sido un auténtico desastre para España.

El legado de Zapatero es una España arruinada en lo económico y deshilachada en lo social. No sólo deja atrás un país con casi cinco millones de parados, estancamiento económico y alto riesgo de quiebra soberana. Además ha hecho de España un país sin expectativas de futuro. El principal objetivo de las grandes empresas españolas es el de trasladar sus negocios a otros lugares, el de "reducir su exposición a España". Los jóvenes más afortunados han tenido que irse a trabajar a otros países, separándose de sus familias y amigos. Y la gran mayoría de los que se quedan en España, sea con un mal empleo o en paro, han tenido que renunciar a sus sueños, y tienen que conformarse con pelear por sobrevivir. Así podrán, como mucho, terminar ganándose el derecho a una miserable pensión pública. A este panorama se le podrá dar la vuelta con el tiempo, pero el coste tendrá que ser absorbido por una generación perdida.

El problema no ha sido que Zapatero sea especialmente incompetente. Al menos no es lo más grave. Lo peor es su filosofía política. Es ese populismo estatista que no ve más allá del corto plazo y cuya principal herramienta es el marketing político el que ha logrado que, en el largo plazo, el país haya terminado sumido en el desastre. Y es que cuando lo importante es el golpe de efecto, el verdadero efecto es que son los ciudadanos los que reciben el golpe. Esta peligrosa filosofía no es exclusiva de Zapatero, por bien que haya demostrado representarla. Es un modo de operar, una estrategia para ocupar el poder que abunda a ambos lados del hemiciclo político. Por ello, que Zapatero abandone La Moncloa no significa que nos hayamos librado de su política. Hay muchos zapateros que aspiran a gobernar España, tanto en el PSOE como en el PP. La experiencia que han sufrido los españoles estos ocho años deber ser suficiente para no volver a caer en el mismo error.

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