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Carlos Rodríguez Braun

Izquierda y empleo

A más productividad, más salario, mientras que si la política los desvincula, el resultado es esa criatura progresista por excelencia: el paro.

A más productividad, más salario, mientras que si la política los desvincula, el resultado es esa criatura progresista por excelencia: el paro.

El coordinador de Izquierda Unida, Cayo Lara, rechazó la vinculación de los salarios y la productividad, lo que según él supone "castigar una vez más a los asalariados". Lara dijo que "lo que hay que ligar son los beneficios a la creación de empleo". Cree que toda empresa que gane dinero y despida a un trabajador debería ser perseguida por la ley. "El sentido histórico que ha tenido siempre la empresa es la creación de empleo. Es una barbaridad que no se destine la riqueza a la creación de empleo y sí a la especulación".

Empezando por el final, la izquierda insiste en su arrogancia despótica de pretender conocer la historia. Don Cayo sabe nada menos que el "sentido histórico" de las empresas: crear empleo. Nunca ha sido así, los empresarios quieren ganar dinero y para lograrlo crean empleo, un empleo que perdura y aumenta si efectivamente lo ganan. Pero este impulso liberal es, con perdón, pecado para la izquierda, que debe disolverlo en sentidos históricos, condenas a la especulación y demás zarandajas totalitarias. El empeño en utilizar la coacción legal contra las empresas lo prueba con claridad.

Desde el monopolio de la verdad histórica pretende don Cayo disponer de la libertad empresarial, y desde el disparate analítico concluye que enlazar salarios y productividad castiga a los asalariados: es obviamente al revés, porque a más productividad, más salario, mientras que si la política los desvincula, el resultado es esa criatura progresista por excelencia: el paro.

Continuó con una vieja consigna comunista, hoy firmemente enraizada en el Partido Popular: la alabanza de la empresa pequeña, como si la grande fuera mala. Y terminó de modo delicioso: aseguró que Zapatero, el que sube los impuestos, el que ahoga a los ciudadanos con prohibiciones, es un político (vamos ¿no lo adivina?) ¡liberal!

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